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El profe Santella dijo que los equipos deben volver a entrenar

¿Cómo que el futbol no puede entrenar?...A casi 20 años de la primera Copa Libertadores de aquel ciclo dorado, el Profe resalta constantemente que la clave fue “el conductor”. Y, sobre este momento de pandemia, explica que "hay que ponerse los botines y empezar a entrenarse"

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Formó parte de aquel glorioso cuerpo técnico que llevó a Boca a ganar 3 Libertadores, 2 Intercontinentales y 4 campeonatos locales. Aunque como preparador físico fue fundamental en dichas conquistas, humilde, resalta constantemente que la clave fue Carlos Bianchi, “el conductor”.

Alejado de las canchas y de su profesión hace un tiempo, Julio Santella abre la puerta de su casa de manera virtual para revivir sus mejores momentos y conmemorar los 20 años de la Libertadores 2000, que se cumplirán el próximo 21 de junio. El Profe, como sus equipos, va al frente y sin esquivar las polémicas le contesta a los “contras que querían que perdiéramos”, sobre el “celular de Dios”, la suerte y los penales. Y deja una sentencia con el sello de tantos años al lado del Virrey: “Carlos no se puede comparar con ningún otro DT”.

Esta actualidad atravesada por una pandemia lleva a preguntarle sobre cómo está viviendo estos tiempos de aislamiento social, preventivo y obligatorio. Entre risas, reconoce que “los que tenemos más de setenta estamos un poco asustados” pero, bromas al margen, enseguida apela a su ojo de gran conocedor del fútbol argentino y da su contundente diagnóstico sobre cómo puede afectar la cuarentena a los jugadores: “Hay que volver a los entrenamientos”.

Banderines azul y oro y una mini réplica de una Intercontinental de fondo dejan ver al Profe Santella y, también, al hincha xeneize “muy conectado emocionalmente con Boca” de toda la vida, que se emociona casi hasta las lágrimas al recordar su infancia a pocas cuadras de La Bombonera. Y también cuenta que le encantaría que lo llame Juan Román Riquelme, hoy vicepresidente del club, para ver un partido junto a Carlos Bianchi desde su palco porque “a esta edad una caricia no nos viene mal”.
 
- ¿Cómo puede afectar a los jugadores profesionales este tiempo de cuarentena?

- En una circunstancia como ésta todo es irregular. Los profes cuando trabajamos con un equipo tenemos planes con fechas. Sabemos cuándo arrancamos y cuándo es el primer partido. Eso nos da el marco para planificar. Acá no. Todo es incierto. También es incierto tirar cuántos días se pueden necesitar de entrenamiento para volver a jugar porque primero hay que hacer una evaluación. Quizás después la urgencia de volver haga que no se respeten ciertos tiempos necesarios para ir incorporando cargas de manera progresiva y sobre todo el fútbol, que es algo que hoy en casa no se puede entrenar. Al volver, los que acierten con su plan de trabajo y den en la tecla seguramente saquen una ventaja.
 
- Hoy está muy en la palestra el tema de volver a entrenar, los protocolos, las medidas de precaución… Como conocedor del fútbol argentino y además teniendo a Pablo (hijo) en Colón, ¿están las condiciones dadas para volver?

- Sí. Yo pienso que sí. Hay que ir volviendo y trabajar por etapas. Hay que hacerlo con protocolos, obviamente, pero si otras actividades se pueden hacer o se puede salir a correr, ¿cómo que el futbol no puede entrenar? ¿Los jugadores con los profes no podrían salir a correr de noche en los parques? Trabajar en casa o en un gimnasio está bien pero hay que empezar a ponerse los botines y tocar la pelota. Siempre por etapas y respetando los protocolos.
 
- Yendo al último torneo, que Boca se lo queda en el sprint final, a partir de ese desenlace muchos hinchas se ilusionan con el nacimiento o renacimiento de la mística histórica de Boca...

- Boca está en muy buenas condiciones. Eso es un gran inicio. Nosotros con Bianchi cuando agarramos Boca tomamos un equipo que había sido subcampeón (con Veira de DT). No es lo mismo que agarrar un equipo que pelea el descenso o que tiene que comprar muchos jugadores. Hoy Boca está bien. Quizás tenga que ajustar detalles de incorporaciones o sacarle más jugo a algún jugador pero se parte desde una buena base. Eso es lo que debe advertir el entrenador. Tanto él como los que manejan el fútbol tienen mucha experiencia. Pienso que hoy Boca está en muy buenas condiciones para pegar un salto de calidad.
 
- Hablando de mística, en unos días (el 21 de junio) se cumplen 20 años de la primera Libertadores que ganaron ante Palmeiras. ¿Qué recuerdos tiene de esa noche en el Morumbí?

- Fue una locura; un frenesí. Ese festejo lo viví con mucha intensidad. Fue muy impactante. Se me venían toda clase de recuerdos, desde la familia hasta un maestro que me marcó de chico. En lo futbolístico, me acuerdo que no habíamos sacado un buen resultado en La Bombonera (2 a 2 con doblete del Vasco Arruabarrena) y había un clima pesado, pero al conductor nunca se le movió un pelo. Bianchi tenía una presencia tremenda. Solucionaba todo con su presencia. Vos estabas nervioso y él te decía “tranquilo, que estamos bien” y te generaba una tranquilidad, una paz… Si esa misma frase te la dice otro no te conmueve ni te genera nada, pero Bianchi tenía eso. Así son los grandes líderes que actúan por presencia y que muchas veces no necesitan más que eso: estar y transmitir. Lo que tuvo Bianchi para ir transformando y pasando de equipo a equipo fue brillante. Él sabía que alguien se podía ir y ya venía trabajando con su reemplazo. Por ejemplo: sabía que Walter (Samuel) se iba y ya tenía listo a Burdisso. Usaba los partidos de torneos locales para ir fogueándolos y saber si esos pibes, que prometían, después se la iban a bancar.
 
- Esa noche en el Morumbí, Bianchi empapeló el vestuario con notas de los brasileños que ya se sentían ganadores.

- Sí, Carlos tenía esas cosas para provocar respuestas en el jugador. Con lo que él transmitía y la línea que bajaba, todos esa noche llegamos convencidos de que íbamos a poder superar la adversidad. Bianchi tenía un ojo especial que veía lo que otros no ven. Tenía esas cosas... Siempre me acuerdo que, después de un campeonato, volvimos al vestuario y anotó en un pizarrón “provagar”. Yo no entendía nada. Él nos explicó que eso quería decir seguir con el camino trazado, no desenfocarse, continuar por esa línea. El festejo esa noche del Morumbí fue interminable, muy fuerte desde lo emocional. Eso también marca que internamente sabíamos que era muy difícil lo que habíamos logrado.
 
- Hablando de emociones fuertes, hace poco también se cumplió aniversario del gol de Samuel contra América y en el festejo del gol se lo ve corriendo como loco y festejando desaforado…


- Y, sí… Ese partido estábamos mal, nos estaban vapuleando y ese gol nos rescató. Fue muy fuerte. Esa es la prueba de que los jugadores, más allá de jugar bien o mal, no se entregaban nunca
 
- Y venían de la eliminación a River con el inolvidable gol de Palermo...

- Lo único que me acuerdo de ese partido es a Martín dándose vuelta en cámara lenta y poniéndola al lado de un palo. Ese recuerdo me comió todo lo demás. Es increíble. Todos estábamos felices por tener al goleador de vuelta e intacto. Fue la “joyita” dentro de ese disfrute que era eliminar a River.
 
- “Joyita” fue terminar el año (2000) ganándole al Real Madrid en Japón. ¿Cómo hicieron para que los jugadores estén tan convencidos de que podían ganarles a “Los Galácticos”?

- Veníamos dulces… El grupo estaba muy fuerte y ese partido era el corolario de lo que ya habíamos superado. Además, siempre me acuerdo que Bianchi analizando al rival nos dijo “vamos a sorprenderlos de entrada”. Siempre me acuerdo porque después se dio. Te hace pensar. ¿Tiene la bola de cristal? (risas). Bianchi sabía que el Real, con su poderío, iba a esperar que salgamos a trabarle la mitad de la cancha, resguardarnos… No esperaba lo que dispuso Bianchi de salir a atacarlos y eso los sorprendió. Ellos tenían grandes jugadores, de elite, pero prevaleció el sentido de equipo y el carácter que nosotros teníamos. Además de que eran grandes jugadores, claro.
 
- El Patrón Bermúdez la semana pasada dijo que usted fue la clave secreta para ganar todo porque los convirtió a ellos en jugadores de “elite mundial”...

- Lo escuché. Son palabras que te llenan de orgullo pero fue un trabajo de equipo. Técnico, preparador físico, médico… Todos éramos partícipes del andar del equipo. Carlos, como cabeza de grupo, estaba en todo. Tenía un plan en la cabeza que iba más allá de lo que podíamos disponer nosotros como piezas individuales en lo físico, médico o kinesiológico. Él sabía ver más allá de la coyuntura y cómo unir al grupo para que todos tengamos el objetivo en la mira, el camino trazado y que todos nos sintamos importantes.
 
- Después de todo lo que consiguieron, ¿siente que todavía no se los reconoce como merecen y hasta se los subestima con cosas como “el celular de Dios”?

- Eso no es lo que opina toda la gente. Pero sí los que están en contra. Esos siempre nos fueron “limando”. Habría que debatir. ¿La gente valora el juego de un equipo? ¿Esa es su máxima valoración? ¿O quizás lo que más quiere es ganar? De ahí que las formas de Bianchi y las formas de los equipos de Bianchi no eran del agrado de muchos periodistas que parece que querían otra cosa…
 
- Y algunos siguen hablando de “la suerte”, “los penales”...

- Obviamente que la suerte te tiene que acompañar. El fútbol no deja de ser un juego. Y es el juego menos racional de todos. En el básquet, por ejemplo, siempre gana el mejor. Acá no. Ahora lo vemos bastante seguido en la Copa Argentina. Por eso también son tan difíciles los pronósticos y nadie ganaba el Prode (risas). Dentro de ese marco de un deporte irracional es que se enmarcan los penales. Pero, ¿quién es el que ataja más penales? ¿El más malo? ¿Quién es el que mete más penales? ¿El peor? Si yo te digo que no te muevas, que van a patear al medio y pasa eso y lo atajás, ¿es suerte realmente? Nosotros primero tuvimos a Córdoba que atajaba penales y después vino Abbondanzieri y siguió atajando penales. ¡Qué suerte! Además, nosotros también estábamos preparados para llegar a esa instancia. Mentalmente ya sabíamos que eso podía suceder y quizás otros equipos no y flaqueaban en esa instancia.
 
- ¿Qué piensa cuando a Bianchi lo comparan con otros técnicos?

- Tomo el ejemplo de Gallardo. Un técnico muy respetable que ha ganado cosas muy importantes y que, además, aunque es un equipo moderno está dentro de la “identidad River” y eso es importante. Desde lo futbolístico, vos podés compararlos si querés porque es cuestión de gustos. Dentro de ese debate, está bien. Pero cuando medís las cosas por los resultados obtenidos es otra cosa. Cuando pasa el tiempo y la gente no está más, quedan los resultados y lo que conseguiste. En ese marco, Bianchi es incomparable con Gallardo o con otros. El día que gane todo con un equipo mediano o “no  un grande”, término que no me gusta, como hizo Carlos en Vélez, ahí podemos empezar a hablar. No lo digo desde lo peyorativo sino que es una realidad futbolística. Además, no nos olvidemos que Bianchi ganó 2 Copas Intercontinentales con Boca. La comparación es una cosa bien argentina.
 
- Alguna vez Riquelme dijo de Bianchi: "Carlos llegó un día con mucho frío en el ´98, dijo 'Hola, soy Carlos Bianchi' y recién perdió en el ´99". Ese equipo parecía imbatible… ¿Usted en alguna de las épicas batallas que enfrentaron con los diferentes equipos del 98, 99, 2000, 2001, 2003, 2004, sintió “hoy se corta”, “hoy nos toca perder”?

- La verdad que no. No tengo sensaciones de entrar y pensar “hoy nos puede ir mal”. Los temores al entrar a la cancha yo los tenía siempre pero Bianchi no y eso es lo que nos transmitía a todos. A él no se le movía un pelo, él generaba ese clima para todos. Se ve que Bianchi hacía algunas cosas bien…
 
- Y al revés, si tiene que elegir un partido entre tantas batallas épicas, ¿cuál es y por qué?

- El del “muletazo” de Palermo sin dudas. Por la explosión tremenda que fue La Bombonera esa noche y porque era eliminar a River…
 
- Cuando estaba esa noche en el calentamiento al lado del banco de suplentes durante el partido, ¿pensaba que Bianchi iba a llamar a Martín (Palermo) y lo que iba a terminar pasando?

- Nosotros ya veníamos trabajando en la vuelta de Martín (Palermo). Sabíamos también lo que podía generar. Si Bianchi lo llevaba al banco por algo era. Y hay jugadores que generan, no te digo miedo, pero una presencia importante. No es lo mismo que esté Palermo por entrar a que esté otro. Así como hay jugadores que tienen de hijo a ciertos equipos. Eso existe. Y Bianchi tenía un olfato especial para esas cosas. Él ya me había dado a entender que Palermo iba a terminar jugando. Y durante el partido, mucho antes de que entre, me fue diciendo: “Profe, lo vamos a meter; Profe, lo vamos a meter”. Bianchi no tenía “el celular de Dios”, era un hombre inteligente y un hombre inteligente vale por cuatro.
 
- Riquelme en su rol de vicepresidente viene llevando a símbolos de Boca y del fútbol a su palco como invitados a ver partidos en La Bombonera. ¿Le gustaría que un día los llame a usted y a Carlos para ir?

- Sí, por supuesto. Me encantaría. Como todo veterano, a mí me entra la nostalgia y Boca está muy presente. Yo he pasado por muchos clubes y por el día a día y por el respeto a quien te da trabajo, dejás de lado la parte de hincha de Boca. Pero cuando llegamos con Carlos a Boca todos esos sentimientos volvieron a aflorar y ahora, ya de grande, mucho más. Yo soy hincha de Boca. Boca en mi vida es muy importante. Mi padrino vivía en Arzobispo Espinoza 1045, a tres cuadras de la cancha de Boca. Yo a los 10 años jugué en La Bombonera con mis primos. Era en verano y se armó un picado entre pibes del barrio y jugadores de divisiones inferiores en la cancha y me colé. Estoy muy conectado emocionalmente con Boca. Siempre estuvo muy presente en mi vida en edades que te marcan para siempre. Muchas veces la vida profesional tapa el hincha que tenemos dentro pero todos esos sentimientos son imposibles de borrar.
 
 
- Quizás varios no lo saben pero Julio era jugador de fútbol y llegó hasta la reserva de Estudiantes. Una reserva que después nutrió al gran equipo de Zubeldía. ¿Cómo era el jugador Santella?

- Yo llegué con edad de 5ta división a Estudiantes pero trabajaba con la 3era. Ese equipo del 64/65 fue famoso, “La Tercera que mata”, y terminó nutriendo a ese Estudiantes multicampeón. Yo jugué mucho ese año pero empecé a sentir dolores en la rodilla y fui perdiendo terreno. Eran los meniscos. Eran otros tiempos, otra medicina y nunca me operé. Eso todavía hoy me tiene con artrosis en ese lado. Aun así, Osvaldo (Zubeldía) me hizo firmar mi primer contrato profesional y jugué en Reserva.
 
- ¿El Santella jugador se parece a algún jugador xeneize de su ciclo en el club?

- A Cascini. Yo llegué a hacer marca personal en Tercera División. Era una innovación en esa época. Mi técnico, Miguel Ubaldo Ignomiriello, era seguidor de Helenio Herrera que era el DT top de ese momento. Me hizo hacerle marca personal a (Miguel) Tojo de Ferro. Yo fui un jugador útil. Era buen pasador de pelota corta. Un especialista en la marca. Era un obsesivo de obedecer las directivas tácticas; un jugador útil
 
-¿Qué recomendación tiene el Profe Santella para todos los socios e hinchas de Boca para mantenerse bien físicamente en esta cuarentena?

- Lo más importante es hacer ejercicio cardiovascular. Para la gente grande, sobre todo que camine. Si no tiene espacio que camine aunque sea en el living. Si tiene más espacio, mejor. Y si tiene una escalera a mano, subir dos escalones y bajar. Hacer ejercicio de baja intensidad pero con una buena duración es muy importante para que se active lo cardiovascular y un poquito la resistencia. Le mando un gran saludo a toda la gente de Boca y le agradezco por todo lo que me han dado. Prensa Boca