<< Cuando el tiempo dejó de correr | Principal | Ocurrirá otro milagro >>

La nro. 5 le sigue hablando al número 10

Otro texto de Leandro Valdés @leandrovaldesVM

Subilo a Facebook! Subilo a Twitter!

¿Así que cantaste las 40 o dijiste hasta los 40? No importa. Lo que importa es que juntos seguimos siendo uno. Como vos y Carlos. Los Verdaderos Mellizos de la Boca.

Fijate que yo rodaba bajo la lluvia y escuchaba a los hinchas –no a todos, los bombos tenían otra sintonía- decir el apellido de Cacho, el tuyo, el de Chanchi, quien es tu mejor amigo como destacás cada vez que podés. ¿Estaba tu vieja también? Estábamos todos entonces. Yo soy de tu familia ¿O no?

Y te tengo que agradecer. Un Marciano de apellido Ortiz no paraba de pegarte patadas y vos me cubrías, incluso evitabas que me moje bajo tu suela. Fueron unos diez, doce segundos y después me levantaste como un trofeo, me exhibiste. Gracias, muchas gracias por el primer plano que me hiciste ganar. Me llevé las fotos. ¿Se enojó el Marciano por eso? Dejalo, es de otro planeta, como vos, pero por otros motivos.

Eso sí, no me vengas a decir que no te devolví la gentileza. Me tomé un tiempo, es verdad,  pero a unos quince, veinte metros de ahí me metí solita entre las patitas de Izquierdoz. ¿Mérito tuyo? Si ni me tocaste, corriste el botín derecho, miraste para otro lado pero a mí ni cosquillas me hiciste. Fui yo pero los flashes fueron para vos. ¿Te das cuenta que cuando la hago yo te felicitan a vos, y cuando vos me cuidás las fotos van para mí? Por eso te digo que somos uno.

Al poco tiempo otra vez Izquierdoz fue contra la línea a buscarte. Pensé que salías como le hiciste a Yepes pero otra vez fuiste mi paraguas, mi protección, y otra vez los golpes fueron para vos. Me encanta que no me prestes.

Es verdad que a veces las cosas no salen como queremos. Debo confesarte que reboté en el piso un segundo antes que patees en el primer tiempo, por eso me fui por arriba del travesaño. No te la iba a hacer tan fácil. Además, el césped de la Bombonera no está como hace un año o más, para mí también es más incómodo, me muevo mucho, que lástima que ni eso se cuide y respete.

Pero por suerte, con lluvia y todo, me ayudas a pasarla bien. Me encanta deslizarme cuando me abrís hacia Insúa, cuando me bajás desde el cielo y quedo toda acurrucada en tu botín, sin rebotar a cualquier lado. Que placer son esos segundos que me quedo ahí dormidita, hasta que otra vez alguno me tira sin destino.

¿Che, lo escuchaste a Carlos en la conferencia de prensa?: “El rencor no me hace vivir a mí”. Sigue enseñando Carlos, como vos y yo juntos seguimos patentando cosas que nadie hizo. Del caño a Yepes a la asistencia/caño sin tocarme. En el Topo Giggio yo no participé, te fuiste solito, me dejaste ahí tirada, adentro del arco de un golero riverplatense.

Mejor volvamos a los 40, a agradecerte por seguir al lado mío un tiempo más. Sinceramente temí que te hayan sacado las ganas de cuidarme, de acariciarme, de besarme, de dejarme soñar en esos vuelos teledirigidos a un compañero. Yo ya te dije no te voy a joder, te dije que te iba a acompañar donde VOS quieras ir. Mi humilde consejo es que te quedes donde estás, la gente te ama, yo te amo, los que no te quieren mañana no estarán, vos siempre estarás ahí. No hablo de la estatua, no, me refiero a la pasión hacia vos, con o sin estatua. Además, esos señores con micrófono o tinta van a opinar lo mismo sobre vos, salvo que vistas los colores de sus equipos, pero no les des el gusto. ¿Y Bigote? Le vas a tener que cambiar el apodo.

Ellos son así, y vos también sos como sos. Y a mí me gusta como sos. Por eso te elijo a vos. Y no soy el único. Los hinchas opinan igual. ¿No los escuchaste?

Entonces, como dijiste ayer, nos quedan unos años más juntos. Ojalá los pasemos donde mejor nos sentimos. Vos y yo sabemos dónde es. Ahí te voy a ayudar mucho más que en otros lugares. Aun así, te voy a respetar y acompañar. Todo porque no merecés ese mal trato. Mirá vos, el más maltratado es quien mejor me trató. No es una paradoja, sino es un hecho irrefutable. Es que ellos nunca me tuvieron cerca. Sólo conocen una versión chiquitita que rueda entre 37 números. Te repito, no me conocen, no saben cómo reboto, como frenarme, como patearme sin lastimarme ni lastimarse ellos mismos por malos movimientos. Usan mocasines, no botines. Y como no me conocen, no pueden ser ellos los que decidan por mí ni por vos. Yo quiero que vos decidas por vos y por mí. Sólo deseo, ruego, ya casi como una súplica, que elijas el patio de tu casa.

Por Leandro Valdés* @Leandrovaldes12  @leandrovaldesVM .

*Leandro Valdés es escritor y hace poco publicó el libro  "Los verdaderos mellizos de la Boca" de editorial Corregidor