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Tema Román: Gran nota de Sebastián Varela Del Río para Clarín

El odio es más fuerte

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No hay fractura, pero la guerra fría continúa. Por Sebastián Varela Del Río. Los dirigentes instalaron el rumor de una lesión más grave y siguen sin ofrecerle renovar.

Román sonríe como casi nunca en el último tiempo. Trae una bolsita en la mano que dice “Himan”. Pero, aunque él es un superhéroe, la inscripción tiene que ver con el nombre de un centro de diagnóstico por imágenes y no con el rubio musculoso de la espada.

La alegría del 10 viene con un parte médico que, a pesar del dolor, lo dejará estar en el partido que no quiere perderse por nada del mundo. Por eso lo muestra mientras habla por teléfono en pleno pasto de Casa Amarilla. Riquelme sigue caminando, saluda al Burrito Rivero y no puede borrarse la mueca de felicidad del rostro. Sabe el de Don Torcuato que otra vez desmintió a las versiones maliciosas. Y que podrá darse el abrazo que necesita con los hinchas de Boca.

El tecnicismo médico asegura que Riquelme ostenta un “hematoma subperióstico post traumático en el quinto metatarsiano del pie izquierdo”. Más allá de la particularidad del diagnóstico, el enganche padece las secuelas del golpe que sufrió en el entrenamiento del último jueves. El propio jugador no recuerda si fue en un choque con un compañero o si le ocurrió en solitario.

Hoy, el pie de Román tiene una hinchazón cercana al dedo gordo y algo de líquido en la zona de la lesión. Le duele, claro, pero no le impedirá estar ante Lanús, el próximo domingo. Si es necesario, se infiltrará.

La situación de la continuidad de Román se encuentra estancada. La dirigencia, que no sabe cómo hacer para no ofrecerle la renovación del contrato, mantiene la cautela, a la espera de que termine el torneo. Román, mientras tanto, todavía no se pronunció sobre el tema. Está cansado de las declaraciones y de los tironeos de los dirigentes sobre su situación.

¿Pensará que el del domingo es su último partido en el club?

Hoy la pelota está debajo de la suela del 10, que ya le pidió a Bianchi que no hable del tema.

¿Y si se marcha?

Todos son signos.


La dirigencia, como siempre, jugó su partido para incomodar al 10. En la noche del lunes, Daniel Angelici llamó al cuerpo médico de Boca para presionar por los estudios de Román. Además, desde la directiva del club soltaron una versión que afirmaba que no dejarían que Riquelme se entrene. El enganche los volvió a dejar en evidencia cuando ingresó a la institución con los exámenes médicos en la mano, casi agitándolos al viento.

Angelici, por su parte, volvió a marcar la cancha con una aparición sorpresiva en el entrenamiento. Román, mientras tanto, ya se entrenaba de manera diferenciada en el gimnasio del club. Ayer no hubo encuentro entre el presidente y el 10. Como siempre, las amenazas que la dirigencia ejerce por medio de sus periodistas cercanos quedan sin efecto cuando Riquelme anda cerca. Sin embargo, los hechos se acumulan. El bullying incluyó la instalación del rumor de una fractura, la afirmación sobre que había menos gente de la que se decía en el banderazo de la semana pasada y la ejecución de encuestas sobre la renovación del enganche de manera telefónica y en la propia puerta del club. Manoseo.

¿Soportará Riquelme a tales alturas de su carrera que la dirigencia le proponga un permanente lobby en contra durante el día a día?

Más allá de la contingencia, Riquelme quiere estar sí o sí el próximo domingo. Dejando a un costado lo político y cualquier tipo de presumible estrategia del futbolista, lo que el 10 de Boca busca es un abrazo con la gente. Ayer, su primer obstáculo quedó de lado, ya que la lesión del futbolista le permitirá jugar ante Lanús. Y mientras los dirigentes siguen contando su propia historia con respecto al enganche, hay un estadio que se prepara para ovacionarlo nuevamente. La sonrisa de Román, tan infrecuente en los últimos tiempos de su estancia en Boca, mostró que algo se trae entre manos. El mejor jugador de la historia del club siempre tiene una jugada adelante en su cabeza.

La pelota, su mejor amiga, sabe que el domingo toca disfrutarlo más que nunca. Y ella lo conoce mejor que nadie.

Fuente: Sebastián Varela Del Río para Clarín