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Lo hicieron enojar a Román. Por Vito Amalfitano

El análisis de un periodista que ve el futbol como pocos

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SAN PABLO, Brasil.- “Los periodistas, cuando critican a Román, debieran saber que él es muy orgulloso”, dijo Carlos Bianchi sobre Riquelme, dando a entender que “se enojó” y sacó a relucir todo su bagaje de elegido para poner, junto al entrenador, su entrenador,  a Boca entre los ocho mejores del fútbol de América, tras empatar 1 a 1 ante Corinthians aquí en San Pablo, en el estadio Pacaembú, después de haberse impuesto al actual campeón por 1 a 0 en la Bombonera.

Román estaba enojado. Le habían tocado su orgullo. Y lo supimos en la intimidad de la concentración de Boca. No tanto por él. Él se ríe de algunos colegas que no saben de fútbol o que lo atacan por determinados intereses, o por responder a la conducción de Boca en la sombras. Ya lo toma con naturalidad. Él estaba enojado, y le habían tocado su orgullo,  por las faltas de respeto de que fue objeto su técnico, Carlos Bianchi, el entrenador más exitoso de la historia del fútbol de clubes en Argentina.

Y Román, “enojado”, y ya mejor físicamente tras los 25 días de recuperación por un desgarro, fue la figura excluyente en el Pacaembú, como conductor y como delantero, como goleador y como asistido, como prestigiador de todos los movimientos de su equipo pero partiendo de una posición más adelantada que lo habitual en su juego.

Es que la consigna de Bianchi era clara. No tocar el funcionamiento aceitado del partido de ida en la Bombonera para tratar de disimular las carencias defensivas evidentes de su equipo, para lo cual había que sostener la línea de cuatro volantes, aunque con la vuelta de Román, claro. Y entonces la resolución sabia del entrenador fue que Riquelme jugara “de 9″, de media – punta, por adelante de esa línea de cuatro volantes, más cerca de Blandi que de los mediocampistas centrales.

Román partió así, e incluso se ubicó dentro del área a la salida de los laterales y generó un par de acciones de peligro desbordando hasta el fondo dentro del cuadro grande, que no supo resolver Blandi.

Pero Román fue mucho más que eso. Intentó siempre el encuentro con Sánchez Miño por izquierda (después de una larga charla que mantuvieron ambos en la previa al partido), se retrasó a colaborar a su propio campo en varias oportunidades y hasta partió “como 8″ en otras tantas. Desde esa ubicación inventó una jugada de su sello, con toque corto con Cristian Erbes, a la salida de un tiro libre, para pegarle después de una forma y desde una posición increíble con viaje seguro hacia el ángulo superior derecho del arco de Cassio.

Riquelme, además, mientras tuvo resto, ganó cada mano a mano de frente, como en sus mejores momentos de la Copa 2007, y no hizo mal ningún pase (lo que no es novedad, claro)

Alrededor de él, el centro de todas las miradas, admirado profundamente y cada vez más por los brasileños, hubo un partido.

Que Boca controló a su influjo en el primer tiempo, aunque con un par de fallos controvertidos del árbitro paraguayo Carlos Amarilla, que parecieron perjudicar a Corinthians, como una mano de Marín en el área que el juez interpretó como casual y después de un rebote en un jugador local, y una posición adelantada mal sancionada a Ronaldinho en una jugada que terminaba en gol.

Un partido que se complicó mucho en el segundo tiempo, cuando Corinthians se vino con todo y desnudó no solo las deficiencias defensivas de Boca sino los problemas de ubicación de Somoza y Erviti, el primero recuperando con mucho esfuerzo pero no siempre jugándola después con un compañero, y el marplatense con mucho desorden, más allá del despliegue.

Máxime con la salida de Riquelme Corinthians fue de a ratos una fuerza incontenible. Y el propio Orión flaqueó equivocándose en varios centros, uno de los cuales terminó en el gol de Paulinho. Matías Caruzzo, con sus limitaciones, sacó bastante ante el “temporal” corinthiano.

Pato se perdió un gol increíble y ya a Corinthians le faltaron ideas y tiempo. Boca se aferró como pudo al resultado que lo reubica en el semestre. De equipo defenestrado por los 12 partidos sin victorias en Argentina a ser uno de los mejores 8 de América, otra vez.

Y después de las insólitas faltas de respeto para Carlos Bianchi y el propio Riquelme. Una vez más juntos salieron airosos de Brasil. Le tocaron a su “papá” futbolístico y lo hicieron enojar. El estado en el que el 10 no perdona.

Por Vito Amalfitano

Fuente: http://www.vitoamalfitano.com.ar/



Vito Hugo Amalfitano. @VitoMundial Periodista. Jefe de deportes y prosecretario de redacción Diario La Capital de Mar del Plata. Comentarista de Boca de Selección/Radio Cooperativa. Y de LU6 Mar del Plata. Y un amigo de la casa.