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Crónicas Bosteras: La vida a pedir de Boca. Hoy Fibronazo y Lección

Todos los jueves una nueva entrega. Exclusivo de SoyBoca. Por Ricardo Poilischer

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Fibronazo

Las oficinas de Time-Futbol estaban en Puerto Madero, Carlos aprovechó que había llegado temprano y se tomó un cafecito en una mesita al sol, mirando al río.

Había estado juntando la plata durante cinco años y finalmente iba a poder cumplir con su abuelo, a quien le había jurado en sus últimas horas, que iba a estar presente ese día.

El año 2050 había comenzado bien, había mucho laburo y lo que le faltaba lo pudo completar durante el verano.

Abril era un buen mes para hacerlo, además, la fecha a la que viajaba no era muy requerida, digamos que casi nada, para que engañarnos, con lo cual pudo conseguir un más que importante descuento.

Ya había girado los fondos y solo faltaba un paso. Ese café al tibio sol de otoño era un buen comienzo para el día que se avecinaba, el día esperado. Un cigarrillo no estaba mal tampoco y Carlos lo disfrutó en silencio.

Pagó de buena gana, dejó una generosa propina, el ánimo estaba arriba y no era para menos.

Se dirigió caminando despacio, como disfrutando cada segundo, al edificio sobre la avenida, que a esa hora rebosaba de turistas.

Buenas tardes le dijo al guardia de seguridad y se dirigió a la mesa de entradas donde una joven y bella recepcionista le inquirió acerca de su presencia.

-Hola, le sonrió Carlos, tengo un servicio contratado, y le extendió el documento.

Mariana, que así se llamaba según el pin que portaba en su chaqueta, chequeó los datos en una pantalla.

-Bienvenido señor, es un placer recibirlo, segundo piso por favor, lo llamarán sin demora.

Y Carlos tomó el ascensor, estaba demasiado ansioso y lo prefirió a la escalera, bajó del mismo y se sentó en un cómodo sillón mientras observaba la pantalla de plasma donde aparecería de un momento a otro su apellido.

Realmente iba todo rápido, apenas se apoltronó, sonó una especie de timbre agudo y su apellido apareció en brillantes letras indicándole dirigirse a la oficina Nº 12.

Número 12, pensó, esto se llama empezar bien.

Golpeó suavemente la puerta.

-Adelante, por favor, se escuchó.

El hombre de cabello gris se adelantó ni bien ingresaba.

-Montañez, para servirle, tome asiento por favor.

La oficina era absolutamente blanca, lo que la hacía más luminosa, a la espalda de Montañez divisó una especie de cápsula, similar a las camas solares de principios de siglo, solo que un poco más grande.

-No puedo evitar preguntarle, Carlos, pero siento curiosidad, usted contrató un viaje a Boca vs Atlanta el 4 de julio de 1984, ¿verdad?
-Es correcto, respondió Carlos muy seguro.
-Disculpe entonces, pero realmente es la primera vez que nos piden ese destino, supongo, por el resultado del partido, que aquí confirmo, que usted es de Atlanta …
-No, no, en absoluto, todo lo contrario, soy apasionado hincha de Boca.
-Pero no entiendo Carlos, estoy algo confundido, ese día perdieron 2 a 1, ¿o acaso me equivoco?

Carlos sonrió cómplice, de algún modo supo que esa conversación iba a darse y estaba preparado para el “interrogatorio”.

-Así es, Montañez, perdimos, tal cual lo dice su pantalla.
-Es que no entiendo, mire, se acarició la barbilla mientras hablaba, como se imaginará, acá vienen muchos Bosteros como usted, y las fechas que más salen son el 28/11/00, el día que le ganaron la final intercontinental al Real Madrid, y, pese a que fue apenas hace cinco años, muchos quieren volver a ver a la definición en Marte de la Interuniversos contra los Agujeros Negros de Venus. Me imagino, afirmó Carlos, yo estuve allí, no entendían nada los marcianos, les pusimos 15000 personas. En MARTEEEE, fue infernal, los Venusinos llevaron 2000 apenas, y eso que eran los favoritos.” Son todos galácticos”, “es imposible ganarles “decía el periodismo...pero les dimos una linda sorpresa. Y sí, continuó, claro que me gustaría ir a aquella final en Japón que usted menciona, pero hice una promesa, ¿para qué mentirle? Si tiene unos minutos le cuento...

Montañez se acomodó, extendió sus brazos y murmuró. -soy todo oídos...

-La historia de Boca, comenzó Carlos, está llena de hazañas y triunfos memorables, pero hubo también momentos muy feos y tal vez el partido que elegí para estar sea hasta el peor de ellos. Mi abuelo estuvo ahí, para ese momento, teníamos habilitada apenas la parte baja, el resto del estadio corría riesgo de derrumbe por lo cual estaba vedado el acceso y, recuerde que aún existían los palcos viejos, muy lejos de la Bombonera 360 actual, así que el panorama era bastante desolador, imagínese, Boca jugando en un estadio semivacío...

Y continuo

-Y eso no fue todo, resulta que los jugadores profesionales estaban de huelga ante la falta de pago, tan mal estábamos aquellos días… por lo que el equipo iba a ser conformado por -jugadores amateurs...La tarde fue nublada y fría y si hacía falta algo, estos chicos salieron a jugar con una remera blanca pues no habían llegado las tradicionales (en realidad estaban en La Candela y Atlanta que debería haber jugado con la alternativa por reglamento, no la llevó con su utilería, teniéndose que hacerse cargo Boca de la situación...), y me cree que ni número tenían?, hubo que pintarlos a mano¡! Con un fibròn¡! (los pintó Salvador Monte). Pobres pibes, cuando terminaba el primer tiempo, por la transpiración, los números se iban borrando, destiñendo…un horror…para el segundo tiempo se solucionó, pero ese primer tiempo alcanzó para que aquella tarde fuera recordada como “la tarde del fibronazo”. Y mi abuelo me contó que esos pibes la bancaron, pusieron la cara y dejaron la vida por la camiseta, recordaba cada uno de sus nombres...los recitaba como un mantra. Medina, Franco Manfredi, Dos Santos, Jorge Latorre, Tessone, Fornes, Peruchena, Denny Ramirez, Torres y Vales, Galarza y Prado que entraron más tarde…Y me decía que fue tocar fondo, y que ninguna gloria que vino después hubiera sido posible sin esos muchachos que fueron el respirador de Boca y que nunca, nunca se sintió tan orgulloso de estar en la cancha como ese día y me hizo prometerle que, si algún día era posible, yo tenía que estar también.

-Y aquí estoy Montañez, cumpliendo mi promesa.

-Nada más que hablar, dijo el del cabello gris y, visiblemente emocionado, lo acompaño a la cápsula, recuerde las reglas le advirtió, no haga nada que cambie el futuro porque se le penará con el regreso para solucionarlo a su entero coste. Así que mucha suerte, disfrute el viaje, y nos vemos a su regreso.

Carlos ingresó al habitáculo, se recostó, y cuando comenzó a cerrarse y algunas luces comenzaron a encenderse, empezó a tomar sentido lo último que le había contado su abuelo de aquel día y que omitió informarle a Montañez.

El abuelo no se cansaba de mencionar que aquella tarde, cuando el negro Dos Santos clavó el empate transitorio, se abrazó con el primer desconocido que encontró, y que en ese abrazo lo sintió tan familiar que creyó que era parte suya.

Y que nunca, nunca más volvió a ocurrirle cosa semejante….


Lección

El partido contra Unión era aburrido y el cero por ambos bandos parecía inamovible.

No se jugaba nada importante, ninguno peleaba la punta.

El extremo derecho santafesino la tira larga contra la raya, cuerpea con el marcador y este cae.

El atacante gana el fondo y ya saborea el centro atrás, peligroso, letal.

Pero desde el suelo, sin rendirse, el defensor se estira cuan largo es, y traba con la cabeza al tiempo que el empeine rival impacta la pelota que termina yéndose al córner.

El público, atónito. reacciona y estalla en aplausos ante semejante arrojo.

El 6 de octubre de 1986, sin necesidad de hablar, el Quique Hrabina le explicó al mundo como se juega en Boca.


Ricardo Poilischer es socio vitalicio, asambleísta casi sin interrupciones entre los años 2000 y 2015 por la Agrupación Nuevo Boca, recordado por su oratoria a la hora de solicitar la inclusión de estrellas toda vez que la ocasión lo ameritaba. Es Técnico en turismo e instructor de spinning, desarrolla su actividad laboral en el ámbito privado. Apasionado de la azul y oro, el cine y la historia argentina.

Todos los jueves una nueva entrega. Exclusivo de SoyBoca. Esta recopilación no pretende ser un libro de cabecera ni mucho menos un best seller. Es apenas una crónica de recuerdos, anécdotas, que pueden ser propias y colectivas, porque así es Boca, un fenómeno de masas unidas por el hilo conductor de sus colores, memorias que se transmiten de generación en generación, memorias que pueden ser mías y de todos a la vez. Es un homenaje a la gente que La Bombonera me hizo conocer y querer, semblanzas de algunos de nuestros héroes donde siempre faltará alguna pues el olimpo de nuestros dioses es infinito, ficciones de insomne y notas que fueron publicadas en momentos urgentes. En definitiva, la necesidad de volcar en el papel, el amor incondicional a nuestra camiseta. A veces creo que lo que van a leer no lo he escrito yo, lo hemos escrito todos, por lo menos los que estamos de este lado de la vereda, donde da el amarillo del sol, y el azul del cielo.