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Boca, La Casa de Papel: De papelitos y papelones. Por Martín Herrera

La derrota con River en la final de la Supercopa Argentina nos obliga a mirar para adentro antes de que sea tarde.

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En esto transformaron a Boca. Lo redujeron a un papel. El xeneize es un equipo de fútbol de papel. Referentes frágiles y endebles como papelitos que se vuelan ante el más mínimo vientito. No necesitan enfrentar una gran tormenta en el horizonte, alcanza sólo con un Independiente del Valle para que desaparezcan. Líderes únicamente desde el papel, el de los diarios que aún se imprimen. Se llenan la boca con frases de nuestra historia ("a lo Boca", "esto es Boca", “matar o morir”) pero en la cancha, en los papeles, se queman y quedan expuestos en su estado original, humo. Boca tiene un último “gran ídolo” de papel que se va cuando quiere y cómo quiere a coleccionar otros papeles, verdes en este caso. Alguien que nos tuvo meses en vilo y rogándole cuando ya tenía su papel chino firmado desde mucho antes. Un “ídolo” que después de semejante falta de respeto tuvo el tupé de pegarle al tipo más grande que haya vestido la azul y oro sólo porque éste decía cosas que todos veíamos pero tal vez no queríamos reconocer. Un Tevez, para hablar con nombres propios, que volvió para estas paradas bravas porque es de Fuerte Apache, tiene huevos, cumbia y barrio pero que la realidad marca que el único clásico en el que se ganó y él brilló fue después de tener la tranquilidad de muchos millones chinos ya en el banco ¿O alguno todavía cree que la historia se definió realmente después de Colón?

 

Este equipo de papel además está regido por un único papel colgado en un pizarrón. El DT tiene un dogma a seguir sin alternativa alguna. Cuando esa estrategia no funciona al DT (a los dos porque no quiero ser injusto con Gustavo) se le queman los papeles. No hay más planes. El cuaderno de los Barros Schelotto tiene una sola hoja. Habiendo tenido al técnico más grande en la historia del club, optaron por seguir a Bielsa, por subir estados de WhatsApp admirando a Klopp y pensar que ¡el Nápoli! es el mejor equipo del mundo. Para recibirse de técnico de Boca hace falta mucho aprendizaje y para aprender hace falta abrirse, escuchar, tener autocrítica y humildad. Pero ojo que Boca no es la escuela, eh. A Boca no se viene a recibirse de director técnico. En el club más grande del mundo tenés que saber aunque sea lo más básico: que los equipos se arman de atrás para adelante y que los partidos se ganan en las áreas (como te dijo el colega marplatense y te enojaste, sí). Técnico de papel y sólo en los papeles pero que tiene las manos atadas cuando quiere imponer su voz. Sí, esa personalidad que todos los amigos del campeón y de los sobres nos quieren vender por los diferentes micrófonos, es inútil cuando llega la dirigencia y te dice que tal o cual tiene que jugar. Carlos Tevez es la punta de un iceberg. Pero esto no es exclusivo del ídolo tripero, ya le pasó al Vasco ser un técnico sólo porque un papel así lo dice ¿O creen que a los técnicos les gustan los jugadores que además de no mostrar en cancha ante la primera de cambio se toman un avión al otro lado del mundo o piden licencia médica por stress y se van al golf club más cercano? Lamentablemente, quien quiera ser DT de Boca hoy por hoy, sabe las cláusulas con las que firma y las limitaciones que tiene.


Hoy más temprano, el querido Eduardo Eliaschev sintetizó en una nota "si la cabeza falla, el cuerpo se muere". Perdón, Edu pero creo que no falla la cabeza sino que es implacable. Nuestra dirigencia cumple su papel perfectamente. Hace más de 20 años que el área dirigencial funciona con precisión suiza. Lamentablemente, no seremos nosotros los bendecidos con sus frutos simplemente porque tenemos intereses diferentes. Ellos quieren juntar otros papelitos, unos que se meten cada tanto dentro de unas cajas de cartón. Lo fue antes, cuando con aciertos y a pesar de muchos errores (sí a pesar de, pero este ítem sólo da para muchas columnas y debate) los Bianchi, Riquelme, Palermo, el mismo Guillermo y otros héroes consiguieron los éxitos deportivos, y lo es exponencialmente más hoy por hoy que ya Boca no es una catapulta al poder sino una plataforma del mismo. Boca es un papel para ellos. Un papel que asumen como actores y se disfrazan de hinchas que no son y que no conocen. Boca siempre fue pueblo, pasión, huevos y corazón. Pero la dirigencia, máquina de la modernización y la eficiencia, lo hizo trizas. Ese Boca quedó hecho papelitos para dar paso a este. El Boca de las individualidades se devoró al de la mitad + 1. Lo que sentenciaron se cumplió: el club salió por la ventana.


Todos se ponen a sí mismos y a sus intereses por sobre Boca. Y en ese todo entramos nosotros, los hinchas. Todo lo descrito pasa enfrente de nuestros ojos y todavía seguimos en la gilada de "se fueron a la B". Somos soberbios de la peor clase. No admitimos crítica alguna. Alguien nos hizo creer que ya nacimos como el mejor y más grande club del mundo pero ¡No fue así! Boca se construyó. Se hizo de abajo. No mirando sobre los hombros y creyendo que estamos por encima de todos por acción divina. Siempre nos hicimos grandes desde la humildad y el trabajo. Conseguimos nuestras hazañas dándole al que teníamos enfrente la importancia que se merecía y mentalizándonos que había que transpirar y mucho para conseguir los resultados. Esa historia de Boca que tanto costó escribir hoy la están despilfarrando. Y no sólo muchos hinchas son testigos privilegiados de como a Boca lo convierten en papelitos de colores, sino que salen con furia a atacar al que osa alzar la voz contra este asalto a la identidad xeneize. Los talibanes del "Dale, Boca que no ha pasado nada" y "acá hay que alentar y nada más porque si no sos gallina o un un anti”, no sólo perdieron su capacidad crítica sino que sirven de fuerza de choque para arremeter contra los que pensamos diferente. Nosotros también somos culpables, bosteros. No se puede seguir firmando cheques en blanco para todos. No podemos aplaudir fotos de instagram y ovacionar a cualquiera que hace una jugadita contra Patronato, el que le pega una patada a un pibe de Argentinos Jrs o el que le hace ademanes a un árbitro. No podemos seguir sin mirar para adentro de nuestro ser bostero mientras el Boca del que nos vanagloriamos, y con mucha razón y orgullo, se nos deshace en las manos cual papel mojado. Nada bueno puede crecer y desarrollarse cuando todo se le alaba. Decir todo que sí genera caprichos y fantasías que después caen como castillo de naipes.


Enojate conmigo si querés, bostero. Insultame. Puteame de arriba abajo ¡Pero reaccioná! Te pido desde lo más hondo de mi alma que uses esa rabia, ese enojo para  hacer algo. Boca es su gente. Pero los bosteros no somos testigos de la historia, la escribimos con sangre y sudor. Hay que arremangarse para defender lo que algunos creen que sólo es un papel colgado en los pasillos de la vieja Bombonera pero que se llama Club Atlético Boca Juniors y tiene 113 años de historia y una identidad que excede al fútbol. Hay que aportar desde nuestro lugar y exigirles a nuestros representantes que estén a la altura de semejante club. El que tenga a la selección, a la plata, a su ego, a las elecciones o al interés que sea por sobre Boca, hay que recriminarseló; no aplaudirlo incondicionalmente. No pido que sólo se entreguen por amor a Boca. No soy tan naif. Pero por lo menos que el orden de prioridades sea diferente. Y eso lo podemos exigir nosotros siempre y cuando también nosotros salgamos del ego de quien es más hincha xeneize.


Mientras dejemos que Boca se construya sobre papeles y sea conducido desde la adentro de la cancha, el banco y la dirigencia por papelitos, vamos a seguir por esta senda. Devolvimos todos los pagarés históricos que teníamos guardados en el lapso de 4 años, como dijo brillantemente el colega Gustavo Pereyra. Al Boca que todos llevamos en nuestro ADN lo están haciendo papel picado y si no hacemos si no hacemos algo nosotros, los verdaderos dueños de Boca (al menos por ahora), pronto ya no habrá páginas para dar vuelta y se iniciará una historia nueva de un club nuevo, con cancha nueva e identidad nueva.


Por Martín Herrera @MartinNHerrera para Soy Boca