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Estadio Shopping vs Bombonera. Lo que se viene en Boca después de las elecciones de Octubre

Por Pablo Lisotto para La Nación Deportes

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La dirigencia de Boca oscila entre un nuevo estadio y la remodelación. Con la necesidad de ampliar la capacidad para los socios, la idea de construir otro coliseo en los terrenos de Casa Amarilla sigue en pie, aunque buscan agotar la instancia previa.

En mayo de 2012, apenas seis meses después de asumir como presidente de Boca, Daniel Angelici reconoció en distintas entrevistas su intención de construir un nuevo estadio para Boca: "Serían dos anillos, con capacidad para 75.000 personas, con butacas y grandes torres de estacionamiento. La idea es tirar Casa Amarilla, el Complejo Pedro Pompilio y La Bombonerita, y construir ahí. Estaría listo en 2015 o 2016 -decía entonces-. Estamos buscando inversores, hemos hablado con un jeque en Dubai y se mostró interesado (.). No vamos a tirar la Bombonera, que va a quedar para otro proyecto, tal vez recitales o exhibiciones de tenis".

Por distintos factores, los tiempos se retrasaron. Sin embargo, la inquietud se mantiene. Por momentos el tema sale de la agenda, pero de pronto vuelve a subir al escenario, como para testear cuál es el impacto. La dirigencia de Boca no descarta nada: ni la construcción de un nuevo estadio ni la remodelación del actual coliseo.

"Como hincha no quisiera irme nunca de la Bombonera, pero como directivo veo la necesidad de tener más capacidad", reconoce el vicepresidente Rodolfo "Royco" Ferrari en diálogo con la nación. "Es un tema que tenemos que resolver entre todos los socios y todas las agrupaciones políticas del club. El asunto excede a una sola comisión directiva. Además, por ahí hacemos un estadio nuevo para 80 mil personas y también nos queda chico". El dirigente se ilusiona con que "se puedan comprar las dos manzanas y podamos ampliar la Bombonera".

¿Es eso posible? En la actualidad, la conducción de la entidad de la Ribera trata de determinar si los vecinos que viven sobre la calle Del Valle Iberlucea (detrás de los palcos) están dispuestos a vender sus propiedades, condición clave para intentar la ampliación. El club trabaja con el Colegio Profesional Inmobiliario, para evaluar los casos de cada una de las propiedades de esas dos medias manzanas. Con los resultados de ese trabajo, se definirá qué pasos seguir.

La oposición en Boca cree que esa es una maniobra de distracción. "Lo que buscan es legitimar que no existe ninguna alternativa para remodelarla. Que la Bombonera quedará para siempre así para inducir al socio a que en un hipotético plebiscito vote el proyecto del nuevo estadio", alerta una fuente ligada a la oposición que prefiere el anonimato. El dirigente opositor José Luis Palazzo y Claudio Giardino, presidente del movimiento Boca es Nuestro, opinan en sintonía: "Van a decir que el 60% vende, pero que el 40% no. Y luego dirán: 'el socio votó por un nuevo estadio'", coinciden.

"Una comisión directiva no puede hacer un estadio nuevo sin el acuerdo de todas las agrupaciones políticas -reitera Ferrari-. Es una decisión demasiado importante en cuanto a los tiempos de obra y en lo referido al aspecto económico en la que debemos estar todos de acuerdo". El dirigente recuerda el proyecto del arquitecto esloveno Tomaz Cámernik para ampliar la Bombonera. "Hay que evaluar alternativas y calcular cuántas localidades se ganarían de ese modo" aseguró.

Para construir un nuevo estadio en Casa Amarilla, Boca primero debería pedir otra vez una modificación del Código de Planeamiento Urbano. En septiembre de 2014 ingresó a la Legislatura porteña un proyecto de ley (el Nº 2462), que en su Artículo 5° solicitaba: "Aféctense a la ampliación del Distrito de Zonificación E4 56 -Estadio y Complejo Deportivo del Club Atlético Boca Juniors". A través de Oscar Moscariello, entonces vicepresidente 1º de la entidad de la Ribera y a la vez legislador por el PRO, Boca intentó cambiar la zonificación de unas tierras que aún no eran de su propiedad. En medio de la polémica que generó la presentación (las fotos exponían con claridad la idea del nuevo estadio) y el doble rol de Moscariello, hoy embajador argentino en Portugal, el proyecto finalmente no se trató. "Atienden de los dos lados del mostrador", acusó entonces el legislador Aníbal Ibarra.

Archivado el proyecto de ley que buscaba cambiar el código, Boca decidió asegurarse las tierras, algo que logró gracias a un llamado a licitación pública muy favorable, a precios irrisorios y con un plan de pagos inmejorable (ver aparte). A un año de comprar esos terrenos, Boca no avanzó con las obras prometidas.

Una obra que soluciona poco

Según el Artículo Nº 11 de la Ley 2801, el 30 de junio de 2019 todos los estadios de los clubes de primera división y de la B Nacional tendrán que tener al 75 por ciento de sus espectadores sentados, bajo la pena de clausura. Es decir que dentro de poco más de dos años, la cancha de Boca, tal como está hoy, reducirá su capacidad de 49.000 a 38.000 localidades. En un club con 187.000 socios (106.000 activos, 8000 niños y 73.000 adherentes) es prácticamente un acta de defunción. Pero atención: en el hipotético nuevo estadio tampoco entrarían todos. Si se construyera para 80.000, unos 100.000 hinchas seguirían quedándose afuera.

Marcelo London, sin cargo oficial pero con mucha injerencia en las decisiones de la comisión directiva afirmó a mediados de 2015 que "la cancha nueva saldría por lo menos 300 millones de dólares. Se reconocen las ubicaciones actuales y el resto va a las empresas que lo construyen". Es decir que del hipotético nuevo estadio, sólo serán propiedad del club la misma cantidad de ubicaciones que ahora (49.000), mientras que unos 30.000 lugares quedarán en manos privadas. (nosotros de la redacción: esto lo dijo en SoyBocaRadio)

En dos años, el costo del presunto nuevo estadio sufrió un aumento del 33 por ciento. Ahora, Angelici suele redondear la inversión en 400 millones de dólares. "La mitad de los estadios realizados para el Mundial de Brasil 2014 se construyeron por menos de 160 millones de dólares. Y la remodelación del Maracaná costó 370 millones", recuerda Pablo Abbatángelo, ex directivo de la entidad de la Ribera.

El proyecto de un estadio para 80.000 personas va a contramano de la sugerencia de la FIFA, que propone que las canchas dejen de ser multitudinarias: diez de las 12 sedes de Rusia 2018 no superarán las 45.000 localidades.

El socio adherente: un éxito económico, pero responsable de la falta de lugar en la Bombonera

Cuando asumió Daniel Angelici, a fines de 2011, Boca tenía alrededor de 60.000 socios activos. En tanto, la capacidad de la Bombonera era cercana a los 53.000 espectadores. Prácticamente, el estadio de Boca tenía lugar para todos.

La instrumentación del programa "Socio Adherente" resultó un éxito económico, pero sin dudas generó el inconveniente actual. Esta suerte de impuesto a la pasión (a partir de junio, $ 225) que pagan cada 30 días 73.000 fanáticos, le deja al club de la Ribera unos 16.500.000 pesos mensuales.

El sueño de convertirse alguna vez en socio activo (que da derecho a acceder al estadio) es minúsculo. Se produce ante la baja o el fallecimiento de otro socio. Es una costosa lista de espera.

"Casate con Boca", reza la promoción de este programa en las redes sociales.

Es el primer matrimonio en el cual una de las partes debe pagar por esa relación y del otro lado no recibe nada.

Los socios adherentes tendrán un rol clave en el hipotético plebiscito rumbo a la posibilidad de construir un nuevo estadio.

Por Pablo Lisotto para La Nación Deportes

A un año de la compra, Boca no inició las obras y puede perder las tierras de Casa Amarilla. El club de la Ribera adquirió en abril de 2016 seis predios en un barrio donde hay emergencia habitacional; pese a la urgencia de la operación, la zona no evidencia cambios y el club está expuesto a tener que devolver esos lotes.

En abril de 2016 la comisión directiva de Boca, que preside Daniel Angelici, aprobó la compra de la manzana que conforman las calles 20 de Septiembre, Martín Rodríguez, Juan Manuel Blanes y Palos, a solo 300 metros de la Bombonera. No hay absolutamente ningún indicio. Ningún cartel ni alambrado. Pero ese lote, el que se extiende hasta Arzobispo Espinoza, y las dos medias manzanas linderas que están pegadas a los monoblocks de la avenida Almirante Brown, son del Club Atlético Boca Juniors, desde que en asamblea decidió incorporarlas a su patrimonio.

Doce meses después, todo está igual que entonces. Ni obra ni palas mecánicas, ni tierras removidas, ni construcción alguna. Completamente lo opuesto a la postura que tuvo la misma CD con los terrenos donde se construyó el fastuoso Centro de Entrenamiento en Ezeiza. En esas 60 hectáreas de la localidad bonaerense, los trabajos se iniciaron mucho antes de que la asamblea de representantes le diera el visto bueno a la obra.

Las dos manzanas, justo enfrente del complejo Pedro Pompilio donde cada semana se entrena el plantel profesional de Boca, cambian de rol de acuerdo al día: de lunes a viernes son un terreno baldío, abandonado. En cambio, los fines de semana cobran vida. Cuando hay fútbol en la Bombonera, ese mismo espacio se convierte en una gran playa de estacionamiento y centro de reunión de la barra brava Xeneize. Allí hacen la previa, cuentan el dinero que recaudan los "trapitos" y, cerca de la hora del partido, inician la breve caravana al estadio. Cuando la pelota no rueda en Brandsen 805, la acción se traslada al campito, con torneos entre vecinos, mientras otros integrantes de las familias preparan el asado y los niños corren al aire libre, hasta que el sol se esconde.

Aunque lo parezcan, esas tierras ya no son públicas desde que el 25 de febrero de 2016 la Corporación Buenos Aires Sur (CBAS) se las adjudicó a Boca, luego de un llamado a licitación pública por iniciativa privada con condiciones muy favorables para el club de la Ribera. A saber: sólo se aceptaban propuestas presentadas por organizaciones no lucrativas (asociaciaciones civiles, fundaciones, etc.) con 10 años o más de existencia, con al menos 500 integrantes, con al menos 10 años de antigüedad en la Comuna 4 y con un patrimonio neto igual o mayor que el 80 % del costo de los inmuebles más el valor de las inversiones. Sólo faltaba que se exigiera que el escudo tuviera estrellas amarillas.

Boca aprobó su compra en la asamblea realizada el 30 de marzo del año pasado. A los 15 días se firmó el contrato entre las partes y dos meses después se escrituró. A un año de todo aquello, lo único que identifica a esos cinco terrenos del sector conocido como "Casa Amarilla" con Boca son, sutilmente, las bases de los postes de los arcos de tamaño profesional que se erigen en el campito.

Nada es gratis. Según el contrato firmado con la CBAS, la entidad azul y oro le paga a la Ciudad 9.000.000 de pesos cada tres meses. Esa cuota se extenderá durante los próximos 10 años, hasta llegar al valor total de la superficie de 32.000 m2, tasada para la ocasión en 180.600.000 pesos (a razón de 5000 pesos el m2). Las extraordinarias facilidades de pago también constan en el Pliego Único de Bases y Condiciones, del llamado a Licitación Pública por Iniciativa Privada Nº 7- CBAS-2015, que forma parte del Plan de Desarrollo y Mejoramiento Urbano "Casa Amarilla", y que puede leerse íntegro en internet.

Fuentes oficiales del club le dijeron a la nación que los planos con las obras propuestas fueron presentados en tiempo y forma a la Ciudad de Buenos Aires en febrero de este año, es decir ocho meses después de la escritura. Y que esos planos aún no fueron aprobados. "Imposible colocar carteles o iniciar los trabajos sin esa aprobación", se justifican. "Dependemos de que acepten los planos que les presentamos. Cuando eso suceda, tenemos 45 días para contratar a los que van a realizar la obra y un año de plazo para terminarla. Desde la CBAS aseguran que "Boca tiene todo en regla", y que "la Corporación tiene designado un inspector de obra, para controlar las obras, cuando se inicien".

A pesar de lo que declaran las partes involucradas, según el pliego, Boca hoy está en falta, expuesto a multas e, incluso, ante el riesgo de perder las tierras compradas. Según el punto 23, público pero muy favorable a un club como el de la Ribera (único oferente), el adjudicatario tenía "90 días corridos para el inicio de las tareas incluidas en la propuesta". No las inició. Según el punto 23.3, tenía que colocar a los 10 días posteriores a la firma dos carteles de anuncio del proyecto a ejecutar. Tampoco se ven. Y el punto 16, el más preocupante, afirma que Boca perderá las tierras compradas si 36 meses después de firmado el contrato no cumplió con las obras prometidas. Ya dejó pasar un año. Le quedan dos.

Existe otro motivo que encienden las alarmas sobre unas tierras que parecen no tener paz. Desde el Observatorio del Derecho a la Ciudad (una organización social independiente que monitorea las políticas públicas y las actividades privadas en el ámbito de la ciudad) presentaron una acción judicial para declarar la nulidad de la venta de los terrenos de Casa Amarilla, por considerarla ilegal y anticonstitucional.

En su página web brindan una detallada explicación del asunto, donde se destacan dos puntos. El primero es que según el artículo Nº 82 inciso 4 de la Constitución de la Ciudad es la Legislatura la que aprueba transacciones, dispone la desafectación del dominio público y la disposición de bienes inmuebles de la Ciudad. La venta de las tierras de Casa Amarilla ni siquiera fue tratada en la Legislatura.

El otro conflicto de intereses se enfoca en que los predios de Casa Amarilla se encuentran dentro del marco de la Ley 2.240, que declara la Emergencia Urbanística y Ambiental del Barrio de la Boca, un reclamo vecinal desde hace varias décadas que nunca tuvo soluciones reales. En ese contexto, según el informe del Observatorio "el Gobierno de la Ciudad está destinando estos predios para que un privado desarrolle un plan integral orientado a cuestiones deportivas y comerciales, y al modificar el destino habitacional de esos predios se incumple otra Ley, la Nº 1251, que faculta al Instituto de Vivienda de la Ciudad a transferir al Gobierno de la CABA aquellos bienes inmuebles que resulten necesarios para el desarrollo de la función pública".

El recurso de amparo ante la Cámara en lo Contencioso Administrativo y Tributario del Poder Judicial de la Ciudad de Buenos Aires fue rechazado en primera instancia por el Juez Darío Reynoso por "falta de legitimación". Sin embargo, en segunda instancia votaron dos jueces (los doctores Fabiana Schafrik y Esteban Centanaro, padre de Ivana, ex legisladora kirchnerista devenida macrista, y hombre muy cercano a Angelici) y está 1 a 1, a la espera de que un tercer juez (Fernando Juan Lima) defina, algo que debería ocurrir antes de julio.

Por Pablo Lisotto para La Nación Deportes