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Los porteros del Cielo

Por Marcelo Rodríguez* para el blog Corazón y pases cortos (Siempre Boca)

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Después de mucho pensar, de mucho ver, analizar, llego a una conclusión que de alguna manera hace tiempo vengo sospechando y que hoy en día me llevó a entender que la mayoría de los técnicos son simple charladores de fútbol. Que sus conocimientos de táctica, estrategia y manejo de grupo son inexistentes, pero que,  vaya uno a saber qué milagro operó, si es cultural, si es por comodidad, si es estructural o lo que sea, se ha generado una dependencia casi enferma de lo que piensa un técnico y de cómo, el que sabe, nos hará salir campeones.

Ha sido tan absurdo el manejo que el mundo de los entrenadores han hecho de su profesión que convencieron al resto del fútbol argentino que eran los mejores, los salvadores. Y a partir de este convencimiento que opera sobre los dirigentes, periodistas e hinchas, logran en primer lugar  y sin un  análisis profundo alguno, que la mayoría de los entrenadores ganan más plata que la estrella del plantel. Aunque luego se contradigan cuando aseguran que todo se lo deben a los jugadores. Que es el discurso habitual de los técnicos, mientras tanto, la cuenta bancaria sigue creciendo, y quienes lo escuchan piensan “qué tipo agradecido a sus jugadores”.

Quiero poner un ejemplo que servirá para diferenciar a los chantas que son la gran mayoría, sobre los que saben de qué se trata la cosa, más allá de éxitos y fracasos.

Saben de mi admiración y respeto por Carlos Bianchi, no lo voy a ocultar. Y es un ejemplo que traigo a esta nota porque la mayoría conocen del laburo realizado por el DT en Boca.

Cuando Bianchi  llegó al club, armó un 4312; cuando en su momento tuvo en condiciones a Guillermo, Delgado y Tevez, jugó un 433, también lo hizo 442. Armó equipos con un medio con volantes de marca, a veces con alguno mixto, otras con doble enganche… en fin. Bianchi demostró (está en los archivos, no lo digo yo) que se supo arreglar con lo que tenía en el plantel, más allá de algunos retoques que, en el caso de Boca en aquellos tiempos, siempre fueron mínimos. Dirán, pero qué vivo que soy, con los jugadores que tenía Bianchi en su primera etapa… Claro, sí. Fueron jugadores de categoría, realmente. Mismos jugadores que un año antes, eran desastrosos y que debían irse de la institución. Jamás olvidaré que Aníbal Matellán le dejó al club 4,5 millones de dólares limpios tras ser vendido al fútbol alemán…

Es cierto que el imperio de los entrenadores se fue construyendo, digamos, desde el Toto Lorenzo (este también sabía), y luego pasó por Menotti y Bilardo, entre otros, como los nombres más referentes del momento, al que también incluiré a Ramón Díaz, ¿por qué no? Fueron técnicos que más allá de sus conocimientos, pocos o muchos, con su verba hicieron que la profesión, la de ellos, se transformara en algo así como los porteros del Cielo. Al cual ellos son los que podrán hacerte acceder… si ellos quieren.

Con algunos conocimientos mayores a la media, hicieron gracias al apoyo periodístico, un verdadero culto a ellos mismos. En donde nadie puede opinar si no es que alguna vez se bañó en un vestuario. Para ellos -entonces- sólo un militar podría jugar al TEG, por ejemplo, ya que hablamos de un juego de táctica y estrategia, como el fútbol.

Una especialización (la de los técnicos) que nació casi de la nada, porque si buceamos en la historia, grandes equipos de los años 30, 40, 50 y hasta los 60, eran conocidos por los once tipos que lo integraban y el DT pasaba de largo; era simplemente uno más en la foto. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Qué cambió para que los entrenadores fueran cada vez más importantes que los jugadores?

Primero: los jugadores. Desde hace un tiempo la gloria deportiva es una cuestión bastante deprimida y acá lo único que importa es cobrar en dólares o euros. Logrado esto, ya no importa que tan bien o mal se juega, si deseas mejorar o que tus compañeros mejoren. Mientras el cheque siga ingresando a la cuenta, ¿para qué preocuparnos por el trabajo si siguen cobrando igual?

La exposición, la globalización también hizo su trabajo. Y los deseos de pertenecer a la elite, hace que cualquier jugador busque el camino más rápido para llegar a ese mundo donde, seguramente, ahí si se preocuparán por aprender y comprometerse no sólo con lo lúdico, sino también con lo grupal.

Estos fueron algunos cambios significativos que sin dudas influyeron en lo que es hoy el fútbol argentino, el cual hace años dejó de lado el juego para pensar solamente en el negocio, y aquí incluyo necesariamente a la dirigencia, víctimas y victimarios de todo esto también. Y  estos nuevos elementos de la realidad son los escollos que los técnicos quieren vencer para imponerse sobre el pibe que en uno o dos años, va a estar desayunando mirando el Mediterráneo, en el balcón de un hotel 5 estrellas que paga el club europeo de turno.

Los técnicos en su mayoría saben que nacieron acá y morirán acá. Que muy poquitos, sólo algunos elegidos, pueden ser entrenadores en lo que se llama la elite económica del fútbol europeo. Y que otros muy pocos podrán trabajar en nuestras mejores instituciones. Por eso, hay algo que los DT hace tiempo comenzaron a gestar como una especie de resentimiento: Quieren que sus equipo jueguen como a ellos se les plazca, sin tener en cuenta el plantel que tienen, como son sus jugadores y qué pueden darle al funcionamiento del equipo.

Para los técnicos es el único gran desafío local: ganarles a los propios jugadores. Y no importa. Se encaprichan, se ponen obstinados, son toscos, malhumorados, cierran los entrenamientos como si en la misma se descifrara la fórmula de la Coca Cola, y generan a partir de estos hechos, un halo de secretismo que generan una atracción mayor en la gente y en la prensa en particular, que termina (terminamos) jugando para estos entrenadores del misterio, sumando más interrogante a lo que hace puertas adentro; obligando a éstos a pedir información y a depender exclusivamente de una fuente en cuestión sin que uno pueda ver y sacar sus propias conclusiones.

Te dicen: “Gago está bárbaro”. Vos no lo viste, te lo dijo el de seguridad que está viendo la práctica y que es amigo tuyo. Ahora, nadie sabe qué significa jugar bárbaro para ese tipo, y seguramente no tenga nada que ver con lo que uno entiende que es “bárbaro”.

El reinado de los entrenadores provocó que rápidamente se los contratara por sus discursos, que los clubes se endeudaran a más no poder trayendo 20 refuerzos y, más allá de corrupciones propias y ajenas de los dirigentes, los clubes se fueron fundiendo. Y parte de esa deuda está formada sin dudas, por los verseadores del fútbol llamados directores técnicos.

Vemos constantemente planteos tácticos que cualquiera de nosotros podría armar, sin cobrar los miles de pesos que los técnicos cobran. Cualquiera de nosotros podría formar un equipo, sin la necesidad de argumentar que “los técnicos lo ven todos los días, saben cómo están”. Y la verdad que es cierto, ellos saben más del jugador que quien está afuera; pero los domingos, esa diferencia no se aprecia entre el que está afuera y el que está adentro.

Ahora, este reino de los técnicos fue también gestando sus propios anticuerpos. Que son los entrenadores que se arreglan con lo que tienen. Que son los pobres, los hijos de lo que le sobra al resto. Y si uno de estos anticuerpos finalmente tiene cierto nivel de éxito, entonces es rápidamente calificado como  vende humo, es un payaso, no sabe nada… Porque saben que el éxito de ese, deja mucho más en evidencia el fracaso propio, a pesar de contar con una gran billetera. Caruso Lombardi es un verdadero ejemplo de un entrenador que se arregla con lo que tiene y muchas veces, saca de un verdulero un jugador de fútbol profesional. Después podrán decir muchas otras cosas que rodean a este personaje en cuestión. Pero en lo que respecta al fútbol, dio muestras.

Esta es una de las materias pendientes que los técnicos, los grandes, los consagrados, los de renombre, nunca podrán explicar. Si sos tan bueno, cómo puede ser que no potencies a tus futbolistas, o cómo no sos capaz de descubrir en algún jugador rezagado, virtudes necesarias para tu equipo.

El reino sigue cobrando, mientras sigue perdiendo. Pero hablar, hablan muy bien.

El desafío que propongo desde estas líneas es, que los clubes, dejen de comprar jugadores durante dos años. Y que en esos años,  el técnico de turno se las arregle. Que ponga en juego todos sus conocimientos. Sin dudas que ésto jamás será aceptado por el 90% de los técnicos que hoy trabajan en primera. Ni uno se animaría a levantar la mano para decir, “acepto el desafío”.

Volviendo a Boca, ¿sabe un técnico que teniendo en el plantel a Sebastián Pérez, Wilmar Barrios y Andrés Cubas su doble cinco tenga que ser Pablo Pérez y Bentancur? Es sencilla la respuesta: los Mellizos más que gane Boca, quieren ganar primero ellos. Porque el triunfo de ellos será, para ellos, el triunfo de Boca y no al revés.

Atenuantes, podemos poner los que todos quieran. Que los técnicos no quieren perder porque si no los echan. Que necesitan trabajar, que esto, que lo otro… y es todo muy entendible. Pero quienes más se apoyen en estos argumentos, serán los técnicos menos capacitados, los más temerosos, los que en definitiva, saben poco  y nada.

El desafío está escrito. Dirijan sin grandes estrellas, al igual que el resto. Armen, piensen, analicen, y todos nos vamos a dar cuenta que una de las grandes mentiras del juego son los entrenadores. No todos, pero sí en su gran mayoría.

Por Marcelo Rodríguez* para el blog Corazón y pases cortos (Siempre Boca) 

 

* Marcelo Rodríguez es periodista acreditado en Boca desde hace más de 20 años. Autor del libro "Con Alma y Corazón". Trabaja en el diario Crónica, escribe en Don Balón y fue uno de los puntales de Informe Xeneize. También trabajó en El Cronista Comercial, La Razón y Diario Popular. Y además en la inolvidable Asi es Boca.