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Para pensar, nada más

Por Marcelo Rodríguez para el blog Corazón y pases cortos (Siempre Boca)

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Luego de una jornada breve, pero intensa, Boca tiene un nuevo entrenador. Atrás quedó una inexplicable conferencia de prensa que de tal no tuvo nada. Que fue una puesta en escena asquerosa, vergonzante, inmoral. Un capítulo de una novela en la cual nos quisieron hacer creer que presidente y técnico se separaban por cuestiones del destino, y que se iban a amar siempre a la distancia.

Tanto Angelici como Arruabarrena lo único que hicieron fue mostrarse como dos grandes hipócritas. Porque el Vasco sabe muy bien cómo llegó a Boca. Sabe muy bien cómo operó él y su representante que, entre nosotros, parece ser el verdadero presidente del club. Si no, no se entiende que Angelici haya llamado a esta persona para que le diga al Vasco que renuncie a su puesto de entrenador.

Los dos se mostraron con cara de orto. Los dos enfrentaron a los periodistas sin que se pudiera preguntar, siquiera, qué habían desayunado. Una muestra de una falta de integridad, de moral pasmosa, asombrosa.

El final del ciclo de Arruabarrena terminó como empezó, entre gallos y medianoches. Así se fue muriendo la poca dignidad, caballerosidad, vergüenza propia. Se perdió todo. En Boca está todo perdido y ahora quedará en los mellizos la reconstrucción de lo que fue una vez un club con códigos.

Lo vivido ayer me hizo sentir muy mal. Ver las caras, ver después como dos tortolitos se fueron abrazados, fue patético. ¿Quién dijo que somos todos estúpidos? ¿Por qué debemos creernos que nos engañan como a una quinceañera?

Guille, te banco. Sé que poco te importará que un tal Marcelo diga en un blog, que te banca. No soy nadie. Tengo muy buenos recuerdos de Guille. Un tipo que no tuvo problemas de llevarme en su auto hasta el diario para hacer una nota con él. Y que se ofreció sin problemas para firmar autógrafos y sacarse cientos de fotos en la redacción. Seguramente ya no se acuerde de mi. Por aquellos años de Guillermo en Boca, tenía pelo, ahora ya no… ja… Tal vez no me reconozca si nos llegamos a cruzar cara a cara. Pero sé que es un buen tipo. No un boludo; un buen tipo. Y sé también que es inteligente, que es calentón, y que no le gusta que le toquen el culo. Atributos más que importantes para ser técnico de Boca.

Qué le pido a Guillermo? Fácil: que tengo un objetivo, una meta. Que respete esa manera de elegir, aunque las cosas no salgan del todo bien. Se necesita tener un proyecto, apuntar a algo: ¿Libertadores? Vamos por la Libertadores. ¿Campeonato local? Vamos por el campeonato local. ¿Vamos por los dos? Vamos por los dos. ¿Apostamos a las inferiores? Apostamos.

Otra cosa que le pido es que con los que estamos todo el tiempo al lado del equipo, que confíe y que de alguna manera sea cómplice. Que sea sincero, que nos deje trabajar y para él será todo más sencillo. Yo sé por qué lo digo. Aquellos que estuvieron en la época dorada, saben que equipo y periodistas que cubrían Boca, formaban un muro sólido. No para esconder, sí para hacer un clima “familiar” tan necesario.

Recuerdo un viaje en Colombia. A un colega le robaron todo antes de subirse al avión. No tenía pasaporte, no tenía nada. No podía subir al avión para volver. Bianchi agarró a ese periodista y le dijo: “Nosotros no nos vamos de acá hasta que usted no suba”. Se movieron rápidas influencias diplomáticas y se solucionó todo. El periodista pudo volver a su  casa, en el mismo avión del plantel.

Le pido a Guillermo que se respete a sí mismo. Esto es, lo que piensa, es lo que piensa y punto.

Le pido que se crea el mejor y que se lo haga creer a los jugadores, que ellos también son los mejores. Que si necesita salir a pelear contra ese poder invisible llamado escritorio, que confíe en los periodistas que estamos al lado de él todos los días. También tengo demasiados argumentos para bancar lo que digo, pero prefiero callar.

Que no se deje endulzar el oído. Se, todos saben, que Guillermo tiene amistades “pesadas” en el periodismo y si hace él algo mal, le van a echar la culpa a los jugadores para no criticarlo. Guille es inteligente y va a saber darse cuenta.

Que no piense que salvo él, su cuerpo técnico y el plantel, el resto son los enemigos. Al contrario, aunque parezca pedante, necesita de todos. Y que no gaste energías en dar notas a los medios dominantes porque si no lo van a matar. La mejor respuesta a esa gente se la da en la cancha. Yo sé por qué lo digo.

En definitiva, creo que estamos frente a una situación histórica para recomponer a un cuerpo que está podrido. Pero podrido mal, ¿eh? Los hinchas no tienen ni la menor idea de lo mal que está Boca.

Por Marcelo Rodríguez* para el blog Corazón y pases cortos (Siempre Boca)

* Marcelo Rodríguez es periodista acreditado en Boca desde hace más de 20 años. Trabaja en el diario Crónica, escribe en Don Balón y fue uno de los puntales de Informe Xeneize. También trabajó en El Cronista Comercial, La Razón y Diario Popular. Y además  en la inolvidable Asi es Boca.