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El lado del mostrador

Por Boulogne

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Desde siempre y como un ejercicio natural del libre albedrío, en los cuales estamos involucrados casi todos los seres vivientes de este mundo, hacemos uso de la opción a diferentes formas de pararse frente a la vida. A veces lo hacemos en forma racional, otras por amor y algunas, simplemente, por instinto. Elegimos, elegimos con quién casarnos o compartir una vida, elegimos (a veces) que religión profesamos o si somos solamente agnósticos, elegimos la comida, elegimos el partido político, elegimos la camiseta y muchas opciones más.

Días pasados y como eslabón de una política que terminará en el desembarco de los fenicios de las diagonales, nuestro queridísimo pato criollo, manifestó con un sentido desubicado pero bien estudiado, declaraciones en contra de Román. Este posicionamiento nada inocente pero fogoneado y sostenido diariamente por una aceitada maquinaria (diritruchos, pedorri$ta$, jugadores carroñeros), pretende sentar las bases de un futuro limpio para la concreción del anhelado plan.

Por otra parte, el presidente electo por mayoría democrática, que tiene el alto honor de dirigir los destinos e ilusiones de la multitud del pueblo boquense, en un acto que le es propio, se desentendió de la responsabilidad de darle identificación a los violentos que tan mal le hace a nuestra institución, para que no puedan seguir haciendo tanto lío.

Con la política gatopardista de que cambian todo para no cambiar nada y seguir siempre igual, nos bombardean desde todos los ámbitos cooptados, vaya uno a saber con qué presupuesto, de cómo debe ser una institución modelo, de cuáles son los ideales de convivencia y crecimiento, el pertenecer a una nueva forma de clase social, de que lo popular fue, entonces los exitosos, los ganadores, los habitué de revistas del corazón, los rubios, los empresarios, son la forma asegurada de ser Xeneize.

Del otro lado, estamos los perdedores, los negritos, el pueblo, el llano, que lo único que le importa es ver al club para gozar con los ídolos y mezclarnos entre multitudes que sostienen las alegrías y desventuras, donde tenemos códigos simples, como por ejemplo no cagarnos ni buchonearnos, proteger el común, festejar siempre entre todos lo logrado, nunca hacer diferencias, apreciar la amistad más allá de lo que tenga cada uno y compartir lo mucho o poco que llevamos o traemos. Por eso gritamos por los Riquelmes, Bermudez, Sernas, Delgados, Traversos, Arruabarrenas, Córdobas y tantos otros. El azul y oro nos une…

Pero vos Chavón, ¿De qué lado estás?

Por Boulogne