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Se acabó la pretemporada. Por Hugo Reyna

Y ahora por los porotos...

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Con permiso amigos xeneizes, voy a dar mi opinión sobre este Boca, porque si bien casi todos estamos desconformes, creo que no es para cortarse las venas. El primer partido oficial de Boca reveló claramente las diferencias entre un equipo duro y con algunos jugadores carentes de rodaje, con otro equipo que se encuentra en plena competición. No hay dudas que esto, sumado al incentivo lógico de jugar contra el campeón, equipara los niveles aunque este equipo sea de una categoría inferior. Pero atención, no digo esto para excusar la pobre actuación de Boca, sino para ejemplificar lo que ha sido esta pretemporada, que supongo fue diseñada en el Campamento militar Gordon Johnston, donde prepararon a las tropas para la invasión a Normandía, y apreciar los efectos que este tipo de trabajo causa en los jugadores. El que no se ha roto todavía, está al borde de la lesión y eso hace que algunos se cuiden bastante hasta lograr su mejor forma.

En este partido se notó con claridad que los jugadores que habían tenido otros partidos se mostraron más sueltos, mientras que los que no habían jugado nunca y los que lo habían hecho unos pocos minutos, estaban duros y faltos de fútbol.

Como en todos los partidos del verano, a Boca le costó mucho hacer pié los primeros minutos y fue acomodándose de a poco en el partido. Los primeros 5 o 10 minutos fueron de terror, como en los partidos contra River, hacíamos agua como el Titánic y podríamos haberlo pagado caro. Pero a diferencia con el último partido con River, donde no se dieron dos pases seguidos, en esta oportunidad tuvimos mucho más juego y tenencia de pelota, aunque nos haya faltado la capacidad necesaria para perforar la cerrada defensa tandilense. Creo que se avanzó bastante en lo que hace al volumen de juego con respecto a los otros partidos del verano, sin contar el primero contra River, que en mi opinión fue lo mejorcito por el orden y la contundencia. Parece que la sola presencia de Riquelme en el campo de juego incita y estimula a los otros compañeros a jugar de otra forma muy distinta, tanto que si comparamos este partido con Santamarina con los otros partidos del verano, parece que fueran equipos distintos con la misma camiseta, a tal punto que ayer hemos podido ver al mismísimo Insaurralde tratando de salir jugando desde atrás, por el piso y sin revolear pelotazos para que trate de bajarlos Blandi (como única opción de ataque). Esto denota que algo cambia y aparece en los jugadores una saludable intensión de jugar mejor al fútbol.

Creo que si bien lo de Boca fue pobre, no debemos escandalizarnos por este partido en Salta, en cambio los anteriores sí que han sido para preocuparse. Una de las armas importantes de ataque que tiene Boca es la subida de los laterales, pero ayer estuvieron muy atados, sobre todo Clemente que mostró su falta de rodaje y cuando subió siempre estuvo a contramano de la jugada, ya que cuando tenía que pasar por afuera se iba para adentro y cuando tenía que tirar la diagonal, pasaba por afuera. Erviti y Rivero se cerraban mucho innecesariamente, siendo que cuando abrieron la cancha, los rivales siempre dejaban una gran franja central libre por donde Somoza tenía un amplio territorio para avanzar con pelota dominada y sin obstáculos, porque un 5 lo seguía a Román y el otro metía el culo contra sus centrales. Pero Somoza no es el más indicado para trasladar y habilitar a los delanteros y entonces chocábamos reiteradamente contra un bosque de piernas y un Blandi totalmente rodeado.

Riquelme tuvo una gran movilidad para buscar los espacios donde sentirse cómodo y escaparle a la marca pegajosa de Acosta, aunque se notaron los 4 meses sin jugar, sobre todo en sus tiros al arco y en esa ocasión que tuvo y se le fue por arriba. Cumplió buenamente, sin brillar, sin romperla, pero su gran aporte es hacer que el equipo piense en jugar al fútbol y se olviden del “pum para arriba”, o de correr como locos hasta perderla. Nunca faltan los amantes del vértigo que digan que tener la pelota es anodino, seguramente el que dice eso no ha jugado al fútbol. La profundización debe hacerse siempre por sorpresa, cuando se logra abrir el hueco, pero ¿de qué sirve el vértigo cuando tenés en frente a una barrera de 9 defensores?

Para los necios que preguntan socarronamente ¿dónde está la magia? y que parecen no haber visto el partido, les recuerdo una pincelada de magia pura, cuando estando Román como puntero derecho recibe una pelota larga y alta, la baja con un guante y luego gira como Julio Bocca, el defensor pasó como los bomberos y casi se va a la platea, luego Román se fue sólo y mandó un centro venenoso que Cvitanich no alcanzó por milímetros. Les aseguro amigos que esa jugada pagó el viaje y la entrada de los hinchas que fueron a la cancha. Eso es magia blanca. También la caricia en cucharita para habilitar a Roncaglia en el gol, que además de mostrar una técnica perfecta, denota una excelente lectura de la jugada, además un pase sutil a Blandi que quedó sólo y no se animó a seguir, pateando desde afuera del área. O cuando le cubrió una pelota a Acosta, que le pegó 37 patadas simultáneas y no le pudo sacar la pelota. Estos toques de distinción, estas pildoritas de magia sumados a la circulación que le dio al equipo, mostrándose siempre para ser la descarga de sus compañeros, redondearon una actuación más que aceptable de Riquelme, luego de 4 meses sin fútbol y endurecido por la pretemporada salvaje.

LOS PENALES: Salvo el de Somoza, que fue muy anunciado, a media altura y casi al centro, los demás fueron todos muy bien tirados.

Saludos

Por Hugo Reyna