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Día de la partenidad Xeneize

Se cumplen 11 años de uno de los partidos mas recordados por los Xeneizes

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El 24 de mayo de 2000 se jugó uno de los clásicos más recordados de la historia. Por los cuartos de final de la Copa Libertadores de América, se medían en La Bombonera, Boca y River. Era el partido revancha, en la ida había ganado River 2-1 el 17 de mayo. Curiosamente, ya habían jugado en cancha de Boca 10 días antes, empate 1-1 por el Torneo Clausura. Así que fueron tiempos de muchos clásicos decisivos en un breve lapso.

Boca estaba obligado a ganar. Por más de un gol, para no ir a los penales. Un empate clasificaba a River. Y como si fuera poco, había un condimento extra: el regreso a las canchas de Martín Palermo, que llevaba 6 meses sin jugar por una rotura de ligamentos cruzados. Carlos Bianchi, DT auriazul, dispuso que el goleador fuera al banco. Buscaba darle un efecto psicológico, un plus especial. Si Boca estaba complicado, el ingreso de Palermo haría inclinar la balanza. Del otro lado, el técnico Américo Gallego quería quitar dramatismo e intentó hacer un chiste. Dijo: "Si Boca pone a Palermo en el banco, yo lo pongo al Enzo", en referencia a Francescoli.

Lo que pasó aquella noche fue muy especial. Desde el vamos, el dramatismo que se vivía en el estadio era impactante. El primer tiempo pasó sin mayores incidencias. En el segundo, Boca se jugó la vida, sabiendo que el empate lo dejaba afuera. No encontraba la manera de quebrar el cero, hasta que una pelota cruzada de Juan Román Riquelme dejó solo a Marcelo Delgado frente al arquero Bonanno, y el "Chelo" solo tuvo que empujarla. 15 minutos del segundo tiempo, gol de Boca, 1 a 0, el partido se iba a los penales.

Van 32 minutos y se produce el momento esperado. Bianchi dispone que ingrese Palermo y el estadio se viene abajo. Los de River no quieren ni mirar, los de Boca festejan como si fuera un gol más. Su entrada hace que Boca tenga cuatro córners seguidos, sin que la defensa millonaria pueda tranquilizarse.

Minuto 39. La tiene Riquelme, se la pasa a Palermo pero Trotta se interpone, aunque en vez de asegurar la pelota la rechaza a cualquier lado. Y aparece Battaglia, quien entra al área y es derribado por el mismo defensor riverplatense. Evidentemente, la presencia de Palermo provocó los nervios deseados. Es penal para Boca. Lo patea Román a la izquierda del arquero y es el segundo gol, el que le da la clasificación a Boca y elimina a River. Ya la noche era ideal. Pero como si hubiera sido una novela escrita por algún genio de la literatura, hubo algo más. Primero hubo un caño sensacional hecho por Riquelme al colombiano Yepes, de espaldas con el taco, una demostración más de la importancia del 10 de Boca en ese clásico. Y en tiempo agregado llegó la frutilla del postre. Corrida de Battaglia por la izquierda, tira la pelota atrás, casi al punto del penal, en donde estaba Palermo. Este recibe solo, de espaldas al arco, gira y queda de frente a la valla. Todo parece ocurrir en cámara lenta. Los defensores de River también se mueven poco. Palermo, que podría pasarle el balón a otro compañero, decide pegarle de zurda, abajo, a la derecha de Bonanno. Es gol. Es un gol histórico, impresionante. Luego de 6 meses de ausencia, en un superclásico, con la Copa Libertadores en disputa, marcándolo sobre la hora, decretando el final ideal para una noche cargada de tensiones, realmente fue como una película. Definitivamente un día que será recordado por los tiempos de los tiempos.

Un año después, un grupo de fanáticos decidió festejar en esta fecha, bautizando aquella noche como "el Día de la Paternidad Bostera". Todos los 24 de mayo, en cualquier lugar del mundo, es obligación para todo hincha de Boca levantar las copas y brindar, recordando aquel día. Pero no solo es el recuerdo de esa jornada épica, sino que sirve para sintetizar en un día lo que han significado tantos triunfos de Boca ante River. Tantos éxitos, tantas victorias, tantos goles, tantos momentos. La paternidad toda resumida en un día. A recordar y festejar entonces.

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