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Crónicas Bosteras. La vida a pedir de Boca. Hoy: Tipo complicado y 9 de diciembre de 2018

Última entrega. Exclusivo de SoyBoca. Por Ricardo Poilischer

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Tipo complicado

Disculpame.

No puedo escribir sobre vos, lo intento, te juro, pero ¿Cómo hago?

Digo, es imposible, por lo menos para mí, describir con palabras las cosas que hiciste, no creo tener el suficiente léxico ni el talento narrativo suficiente.

¿Como describo, por ejemplo, que en el partido más importante de nuestra historia (partido que manejaste a tu antojo), te pusiste contra la raya y en un espacio ínfimo la pisabas y la pisabas y dos o tres rivales trataban de comprender como era posible que no te la pudieran sacar y te corrían y volvían sobre sus pasos y buscaban en vano el resquicio para sacarte esa pelota que te obedecía y más allá? No podía ser, pensaban, adivino, que en tan poco espacio les birlaras el cuerpo, la redonda y hasta la dignidad, pero era. No sé, no puedo subir un video aquí y mostrarlo, ya lo dije, me faltan giros idiomáticos para que el lector visualice semejante situación…

Y si me voy un poco más atrás. ¿Como hago para describir un caño de espaldas?

¿Y como hago para describir tu grito después de meter el gol de la clasificación esa misma noche? Porque agitabas los brazos, mientras saltabas y gritabas y arengabas y era imposible coordinar todas esas cosas juntas, no, discúlpame, no puedo.

Como no puedo explicar aquella noche en Porto Alegre, cuando ante los gritos de 90 mil personas, nosotros, que estábamos en la otra punta en el momento que paraste la pelota, escuchamos el “paf” del empeine contra el cuero desafiando las leyes auditivas y gritando el gol porque en ese sonido se anticipaba el destino de la jugada.

No te enojes, pero no terminaría nunca tratando de relatar aquella jugada en Rosario, donde transformaste tus piernas en una mesa de billar, y hacías rebotar la bocha en uno y otro pie, con el pie taco, con la suela, girando y dejaste a tu rival mirando desconsolado al vacío mientras nosotros en la tribuna tratábamos de explicarnos que cosa habías hecho.

Y todo eso sin mencionar los pases milimétricos, los tiros libres deliciosos, tu manejo de la estrategia, y hasta dejar parados a rivales sin siquiera tocarla y viendo como esa caprichosa para casi todos los demás, a vos te obedecía con solo mirarla…o aquella tarde que, acariciando la pelota contra natura y convirtiendo nada menos que a Chlilavert en una estatua de sal…

No, no puedo escribir sobre vos.

Encima, dijiste alguna vez que jugar en nuestra cancha era como jugar en el patio de tu casa.

Mirá, yo fui pibe también, y también jugaba en mi patio. Ponía dos sillas en cada extremo que hacían las veces de arcos, ponía obstáculos entre ellas y jugaba solo, sabiendo que cuando atacaba para el lado del pasillo, era Boca, y cuando lo hacía para el lado de la cocina, era el rival de turno.

Y trataba de hacer las cosas bien para ambos lados, cosa que el destino y el azar, pusieran su parte para el triunfo de la azul y amarilla.

En fin, como ves, imaginación no me faltaba.

Dibujaba en mi cabeza, como cualquier chico, jugadas fantásticas y triunfos memorables.
 
Pero jamás, jamás, logré imaginarme lo que vos lograste, por los puntos y en estadios reales.
 
Ni siquiera toda mi fantasía de niño llegó a tanto.
 
Por eso no puedo y no voy escribir ninguna semblanza tuya.

Porque al final, tengo que darle la razón a muchos que hablan de vos.
 
Si Román, no te enojes…sos un tipo complicado...


9 de diciembre de 2018

La doctrina del árbol envenenado se refiere como metáfora en derecho penal a la obtención de pruebas de manera ilegítima.

Si el árbol está envenenado, todo fruto que se obtenga de él, no servirá, si la fuente está corrompida, todo lo que se obtenga de ella no tendrá valor.

Dicho esto.

El partido más importante de la historia de Boca, fue contra el Real de Madrid, el partido más importante de la historia de riBer, fue contra Boca.

No hay remate...


Estimados, hasta aquí he llegado con mis escritos.

He decidido poner un paréntesis, que el tiempo dirá si es definitivo.

Agradezco a los pocos que han comentado, que han acariciado mi alma, solo quise poner en papel, todo lo que Boca significa más allá de los triunfos y las derrotas y si la pelota entra al arco o recorre la línea y se va.

Pero evidentemente otras cosas apasionan al lector, una derrota, por ejemplificar, tiene 186 comentarios, mis relatos, en un buen día, no pasan de 16.

Ha valido la pena, sé que algunos esperaban los jueves para hacerle mimos a la memoria, un abrazo infinito a ellos.

Agradecimiento enorme a mi amigo Eduardo que me dejó espacio para compartirles mi pasión.

Y a todos en general, pues al menos, no haber recibido ninguna queja, sabiendo de los debates y las peleas entre foristas, un clásico del sitio, no es nada desdeñable.

Feliz año a todos y que el 2022 nos vea levantando la copa, que vuelva donde debe estar, en tierra santa, en el suelo sagrado de la Bombonera, en el calor de nuestra casa...


Ricardo Poilischer es socio vitalicio, asambleísta casi sin interrupciones entre los años 2000 y 2015 por la Agrupación Nuevo Boca, recordado por su oratoria a la hora de solicitar la inclusión de estrellas toda vez que la ocasión lo ameritaba. Es Técnico en turismo e instructor de spinning, desarrolla su actividad laboral en el ámbito privado. Apasionado de la azul y oro, el cine y la historia argentina.

Última entrega. Exclusivo de SoyBoca. Esta recopilación no pretende ser un libro de cabecera ni mucho menos un best seller. Es apenas una crónica de recuerdos, anécdotas, que pueden ser propias y colectivas, porque así es Boca, un fenómeno de masas unidas por el hilo conductor de sus colores, memorias que se transmiten de generación en generación, memorias que pueden ser mías y de todos a la vez. Es un homenaje a la gente que La Bombonera me hizo conocer y querer, semblanzas de algunos de nuestros héroes donde siempre faltará alguna pues el olimpo de nuestros dioses es infinito, ficciones de insomne y notas que fueron publicadas en momentos urgentes. En definitiva, la necesidad de volcar en el papel, el amor incondicional a nuestra camiseta. A veces creo que lo que van a leer no lo he escrito yo, lo hemos escrito todos, por lo menos los que estamos de este lado de la vereda, donde da el amarillo del sol, y el azul del cielo.