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Contra Talleres vuelve Pablito Pérez pero Centurión y Peruzzi están casi afuera

La información de la mañana

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Recuperado de su esguince de tobillo, Pablo Pérez volvió a entrenar a la par de sus compañeros esta semana y hoy, en el ensayo táctico, ocupó un lugar entre los titulares, reemplazando al colombiano Wilmar Barrios. Las dudas de Guillermo Barros Schelotto pensando en el partido del domingo, ante Talleres, pasan por Gino Peruzzi y Ricardo Centurión.

El defensor tiene una sobrecarga muscular y el atacante un esguince en el hombro. Ambos entrenaron de forma diferenciada y, si no llegan, los titulares serían Leonardo Jara y Junior Benítez. Los once que probó hoy el Mellizo fueron: Agustín Rossi; Leonardo Jara, Santiago Vergini, Juan Manuel Insaurralde, Frank Fabra; Pablo Pérez, Fernando Gago, Rodrigo Bentancur; Cristian Pavón, Darío Benedetto, Junior Benítez. El Grafico


El parte médico es contundente: Ricardo Centurión sufrió ante Banfield un esguince acromio-clavicular en el hombro derecho. Y si bien aún debe realizarse otros estudios, lo más probable es que se pierda el partido del domingo ante Talleres, previsto para las 19.10 en la Bombonera, para evitar que la lesión se agrave.

Detrás de esa más que posible baja en el líder del campeonato (Junior Benítez asoma como su reemplazante), se plantea un escenario en el que los Barros Schelotto se ven obligados a tocar otra vez el esquema y volver al 4-3-3.

No será la primera vez que los Mellizos cambien el dibujo. El 2 de marzo se cumplió un año de su arribo al banco de suplentes de Boca, y desde aquel comienzo su idea futbolística quedó plasmada en una premisa fundamental para Guillermo. Nada parece importarle más que una transición veloz, un ataque y contraataque inteligente, sin pérdida de segundos. Sin embargo, esa intención se fue modificando a través de varios sistemas que probaron, como suele ocurrir, a partir de diversas circunstancias.

Primero entró en acción el 4-3-3, su esquema preferido, y con el que los resultados durante su etapa en Lanús fueron muy satisfactorios. La incomodidad de Carlos Tevez para jugar de centro atacante los obligó a sacrificar a un volante para darle al Apache un acompañante más, sin perder la esencia: el ciclo del 4-2-3-1 había comenzado. La recuperación de Fernando Gago presionó al Apache, que necesitaba a alguien de jerarquía para levantar un nivel personal demasiado perdido. Por eso, cedió voluntad para que el 4-3-3 volviera a tomar forma. Cuando todo mejoró y Boca se consolidó como puntero a mitad del campeonato, llegó un verano con demasiadas dudas en diversos puestos. Por eso, los Mellizos decidieron encarar la reanudación del torneo volviendo a las fuentes: el 4-3-1-2 que utilizó Carlos Bianchi para convertirse en Virrey y Miguel Russo para ganar la última Copa Libertadores, hace ya una década. Con una salvedad importante: el ritmo vertiginoso no se negocia.

En la alternancia de sistemas hay sólo un movimiento. Uno de los extremos debía pasar a ser conductor del equipo. El Nº 10, el que comande el ataque. Se requería para esa función un estilo pensante, características que oscilan entre la pausa y el desequilibrio a través de asistencias que provoquen la ruptura de líneas. Tras un intento fallido con Pablo Pérez en Mar del Plata, la búsqueda se enfocó en otro estilo de enganche: uno con velocidad, atrevido para encarar y desequilibrante. Y la respuesta no tardó en encontrarse en un amplio plantel: Ricardo Centurión.

Los Mellizos no centran la labor del ex hombre de Racing en que sea un volante interno con poca responsabilidad en el retroceso, ni tampoco en que se mueva permanentemente de izquierda hacia al medio, aunque aquello Centurión también lo sepa hacer muy bien. La intención de esta renovada idea que se puso en marcha en la victoria ante Colón, en Santa Fe (2-1), continuó en el amistoso, a puertas cerradas en la Bombonera, ante Argentinos (1-0) y tuvo persistencia ante Banfield, en la reanudación del Torneo de Primera División, es que frente al arco el ex San Pablo aporte el mismo desequilibrio y potencia que se intenta buscar por los costados: el Boca de los Mellizos quiere ser una tromba ofensiva en la recta final del campeonato.

"Centurión puede jugar tanto por afuera como por adentro. Es un jugador que tiene una muy buena lectura del partido y de las jugadas. A eso le agregó mucho gol por esa libertad que tiene para terminar siendo el enganche. Es un jugador que sin dudas va a crecer", elogió antes de la reanudación Guillermo.

Ese optimismo del entrenador acerca del futuro futbolístico del atacante de 23 años es lo que permite sostener con firmeza la sentencia de que es una pieza fundamental para su equipo, más allá de los problemas que protagonizó fuera del campo de juego. Y sin dudas que su ausencia, en esta fecha o cuando fuere, se notará. Sencillamente porque no tiene reemplazo.

El 4-3-1-2, sólo con el Nº 10

Sin Ricky, el sistema no tiene sustento: con el trabajo diario, y tras varios intentos fallidos, Centurión se ganó el lugar que dejó vacante Carlos Tevez.

Federico Carrizo (en Rosario Central) y Gonzalo Castellani (en préstamo en Defensa y Justicia) no lograron adaptarse al puesto de enlace, y Fernando Gago y Wilmar Barrios están para otras funciones. Hoy, en las prácticas de fútbol, el único equipo que juega con el 4-3-1-2 es el que tiene a Centurión. Si Ricky no está, el nuevo sistema tampoco. En junio, para que el Nº 10 se quede, Boca deberá pagar 6.500.000 dólares. De lo contrario, Centurión volverá a San Pablo. La Nación Deportes