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El Boca que pasó, el Boca que viene

El club deberá apostar más fuerte si quiere alegrías en el deporte de la naranja

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La escena se dio en el playón de la Bombonerita, improvisado espacio de recreo y debate, luego de la eliminación ante Peñarol. Un socio de Boca se preguntaba “cómo puede ser que un club de 20 millones de hinchas en todo el mundo sea vapuleado, en el rectángulo, ante uno de seis o siete mil simpatizantes en toda Mar del Plata”. La respuesta la brindó otro asociado: “no importa, en esta caso, la cantidad de hinchas; sino, la bolilla que le da el club a la competición”.

Y es cierto. Boca, con todo el poderío que ostenta, no le pone al básquet la cantidad necesaria de fichas para obtener títulos. De hecho, más allá del tercer puesto en la Liga Nacional 2013/14, la temporada no dejó demasiado: fue el equipo argentino que más lejos llegó en la Liga Sudamericana, pero hizo agua en el cuadrangular final y perdió los cotejos de semifinal y tercer puesto. Además, no clasificó al Súper 8, por haber hecho una campaña mediocre en la fase inicial de la Liga.

Son siete los años que lleva Boca de ausencia de títulos en básquet profesional. Hay que remontarse a la gloriosa temporada 2006/07, cuando la Liga fue obtenida ante, justamente, Peñarol. Hoy, o al menos en esta temporada, Boca simplemente ha sido el mejor de un pelotón que siguió de lejos a Peñarol y Regatas Corrientes, hoy finalistas, en duelos que ya se preveían al inicio del campeonato.

En al menos los últimos cinco años, la primera pregunta del hincha de Boca era si habría básquetbol profesional en la temporada que estaba por iniciarse. Cuando Jorge Ameal se afianzó en la presidencia, la continuidad del básquet empezó a entrar en duda. Al ex presidente se le escuchó afirmar sus intenciones de borrar el deporte de la naranja de un plumazo, por “pérdida”. Lo que omitía Ameal es que si el Departamento de Marketing del club que él presidía hacía explotar la “marca Boca” (término moderno rubricado por el macrismo) hubiesen llegado capitales de espónsors dispuestos a darle un alivio económico a la historia de Boca en la Liga.

“La Liga Nacional no la jugará el que quiere; sino, el que puede”, afirmó hace más de dos décadas su fundador, el reconocido León Najnúdel. Y cuánta razón tenía. Hoy se hace muy complicado sostener contratos de hasta veinte mil dólares por mes (no sólo en el caso de jugadores foráneos, sino, también nacionales). Y la cuestión se complica si se tiene en cuenta la inestabilidad cambiaria de dólar “blue” (antes denominado “negro” o “paralelo”, según las modas). Los clubes sufren los contratos, y no siempre los salva la televisación (escasa) de los partidos de Liga. De hecho, la única serie que se ve completa es la final.

Cuando Boca recibe a sus contrincantes en la Bombonerita, durante el año de competencia, el hincha aprecia un desfile de espónsors en indumentaria rival más abultado que en la de Boca Juniors. Qué sería de los clubes del interior sin esos aportes es una gran incógnita. Sin generar importantes ingresos genuinos, Boca mantiene el básquetbol casi por tradición, por recuerdos y, también, por presión. Daniel Angelici, todo lo contrario a Ameal, siempre ha sido pro-básquet. Participó de la presentación de Néstor García, con entrenador, en 2012, y ha asistido a algunos partidos como local. De todos modos, hay algo que al actual presidente lo condiciona: cuestionado en el fútbol (que abarca el 95 por ciento del club), no podría resistir un desliz como borrar de un plumazo un deporte profesional, en el cual Boca es reconocido y respetado a nivel nacional y continental. No están lejos las elecciones boquenses presidenciales 2015. Y hay que cuidar detalles.

Desde la llegada de Jorge Paredi como titular del área, Boca ha armado buenos equipos de básquetbol. Paredi, quien hace tres años era un inexperto en básquet, llevó adelante un gran esfuerzo por traer a jugadores de contratos caros como Daniel Santiago, Federico Van Lacke, Phillip McHopson, John De Groat, Gary Flowers, Selem Safar, entre otros. Sin embargo, y después de dos terceros puestos consecutivos en Liga Nacional, tanto dirigentes como hinchas y socios no han quedado conformes. En la Bombonerita ya hay, al igual que en su hermana mayor, la Bombonera, ansias de títulos. Los tiempos y los logros ajenos acrecentan la ansiedad.

El básquet es una ciencia exacta: va a salir campeón el que tenga los mejores jugadores. Casi no hay excepciones, no hay golpes de suerte, no hay maracanazos, ni mayores hazañas. Para que el deseo colectivo de que Boca Juniors obtenga logros en básquetbol, la Comisión Directiva debe empezar a actuar cuanto antes. Si bien la próxima temporada se inicia en octubre, lo fundamental es pegar primero. Para ello, el club tiene que aprobarle, al área de básquetbol, un presupuesto acorde a los grandes contratos, para incorporar a las figuras que ganan campeonatos. No hay mayor vuelta. En Boca, un Departamento depende del otro.

La naranja está en las manos los altos dirigentes del club. La ecuación no es difícil: si Boca apuesta de manera generosa y forma un plantel acorde a la realidad del básquet argentino y a los deseos del socio, entonces los títulos, esos que disfruta el club entero, retornarán. Caso contrario, la 2014/15 será otra temporada que pasará de largo.

Por Leandro F.

@basquetazulyoro