El precio de ser coherente. Por Boulogne
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Ayer  recibimos un buen golpe, no por haber perdido, no por no poder sumar  otra estrella a nuestra galería, los que creemos, perdimos porque no  tenemos más la ilusión de la magia que aparece en cualquier momento,  perdimos porque se acabó hasta que DIOS nos regale otro, la  representación en la cancha de nuestras propias ilusiones, de nuestro  propio amor a los colores.
Los cuervos de la carroña que le dejaron servida, estaban esperando esto  que pasó, agazapados para hincarle el diente con el gusto del objetivo  logrado.
Román pagó caro para el exterior, el precio de ser coherente, el precio  de no negociar los principios, pagó por tener los buenos códigos de la  gente simple, de la gente honesta. Él se hizo cargo siempre de lo que  correspondió e incluso de lo que le pasaba cerca, como buen conductor  protegió a sus compañeros y nunca mandó en cana a nadie, algo que habla  por sí solo de que madera está hecho.
Va a ser un ídolo difícil de olvidar, su coherencia es más grande que su  forma de jugar al fútbol, corrijo van de la mano, son inseparables, son  un todo, por eso al menos en mi caso, en el podio siempre va a tener un  lugar preferencial.
Esta nota carece de preparación, pero refleja todo el dolor de un  bostero que tiene el corazón hecho mierda, hay motivos que se pueden  discutir, que se deben discutir, pero este es el momento del dolor y del  silencio y agradecer la dignidad de la derrota.
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