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Disquisiciones futbolísticas, para pensar…

Por Marcelo Rodríguez* para el blog Corazón y pases cortos

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Alguien alguna vez dijo que las posiciones no importan, si no que uno tiene que observar las características de los jugadores. Que poco trasciende si un técnico plantea un 4-4-2, o si es un 3-4-3, o 4-3-3; que son números de teléfonos decía otro, y que cuando comienza a correr la pelota, no hay números que valgan. La clave, aseguran, es cómo ocupo los espacios. Si lo hago de manera equilibrada, si lo hago para esperar o si propongo un golpe por golpe. Si imaginamos el dibujo de Boca, hoy en día, verán que propone cuatro jugadores en posición de ataque más uno del doble cinco con la necesidad de sumarse al circuito cerca del área rival.

Habría entonces que analizar las cosas como son. Defensores a defender como primera misión; volantes que deben defender y atacar, según la mayor especialidad de cada uno; y los delanteros primordialmente tienen que atacar, lastimar.

Cierto que el fútbol actual indica que todos tienen que moverse en bloque, que si estás atacando tu último defensor no tiene que estar más allá de los cincuenta metros de tu compañero más adelantado; y que el mismo movimiento debe realizarse cuando tu conjunto tiene que defender. Siempre tomando el límite del mediocampo que marca la posición adelantada.

Estamos hartamente cansados de escuchar los dibujos tácticos de Guillermo. De aquel 4-3-3 al actual que se dice juega un 4-2-3-1, que en realidad es una mentira táctica.

Los “3” que se paran entre el doble cinco y el único atacante, terminan jugando como volantes cuando su principal capacidad es la de terminar la jugada, no elaborarla, obligando a un esfuerzo doble desde lo físico porque debe recorrer 70 metros a los 35 que por lógica es el espacio en donde debería explotar como futbolista.

En definitiva, la presentación de este esquema traduce, finalmente, que el equipo juega con una línea media con sólo dos volantes; obligando a los “extremos” a realizar una tarea para la cual no están ciento por ciento capacitados.

Vayamos a los nombres: la línea de 4 es conocida, aunque cambien los nombres las funciones son las mismas. El doble cinco es falso: hasta ahora Boca no jugó con este sistema, ya que los volantes centrales Gago, Cubas, S. Pérez y Barrios, no han jugado juntos en las distintas combinaciones que se pueden generar. Hoy el doble cinco es un volante interno, preferentemente por derecha, que se posiciona en el círculo central y que, de alguna manera es el que tiene que darle salida limpia: en este caso Pablo Pérez.

Entonces, arrancamos mal. Muchos mencionan como ejemplos de doble cinco a Serna-Battaglia; Battaglia-Traverso, Traverso-Serna; aunque en realidad ellos ocupaban todo el ancho de la cancha. Pero de ninguna manera el doble cinco Pablo Pérez-Bentancur acumulan esas características. Tampoco lo es Cubas-Pablo Pérez, porque uno de los dos no es cinco.

¿Qué sucede con los costados? Deben ser ocupados por los “extremos” que, repito, están capacitados para otro trabajo, y sería un error pensar que en el fútbol se terminaron las especialidades, entonces que el entrenador ponga a Tevez de arquero.

Ahora, continuando con el dibujo táctico, al rival le alcanzaría con poner por los costados un atacante, de los dos puntas que generalmente tiene el adversario (recordemos cómo chocaron los planteos tácticos entre Boca y Lanús, por Copa Argentina).

Esos delanteros provocarán dos cosas. Por un lado, la especial atención del lateral (Peruzzi y Fabra) y, además, pedirá que el extremo tenga un ojo puesto más en la marca que en tratar de explotar la espalda del lateral adversario. Por lo tanto deberá dejar su función de ataque para hacer las veces de volante y hasta de lateral.

Podrá uno de los doble cinco abandonar su lugar en el medio para apretar sobre el costado, lo que deja al otro volante central más desarmado en el medio y que, con un simple pase de 20 metros, le permite al rival avanzar casi que con pelota segura unos cuantos pasos más cerca de tu propia área. Esto conlleva a que, si Pérez se vuelca hacia la derecha, Cubas queda sólo en el medio y con tendencia a ir también hacia la derecha; por lo tanto, el otro extremo, el de la izquierda, debe bajar inmediatamente para compensar el medio y que no queden 40 metros sin presencia, aunque sea, para hacer sombra.

Si la pelota no se recupera con rapidez, el desgaste de los jugadores involucrados en el movimiento defensivo del mediocampo, es el doble. Porque no es lo mismo un delantero que baje para colaborar en alguna circunstancia del partido, a que lo tenga que hacer regularmente, mirando no sólo al volante rival de ese lado, sino que también tiene al lateral que en generará en la mitad del campo de juego, que el rival termine con una superioridad momentánea pero justa para avanzar. Ejemplo, el cabezazo de Janson que no fue gol, porque defensivamente faltaba un jugador que cubriera la espalda de Peruzzi. O sea, estamos pidiendo a un extremo que cierre como lateral.

Si pensamos el esquema en función de ataque, con los jugadores sin movimientos, graficamos la disposición como dos triángulos. Uno de los vértices son los volantes centrales que necesariamente tienen que abrir el juego para los extremos que, junto al lateral deben conseguir el desborde para que el único punta, más el mediapunta (como Tevez) puedan ocupar espacios en el área rival y así capitalizar algún centro, que no tiene que ser de mierda (por algo Guillermo hizo hincapié en esto). Si el equipo logra desbordar, que hoy en día es un trabajo bastante engorroso, su sacrificio puede terminar en nada si el centro va a las manos del arquero o le erran directamente al área grande.

La ventaja es que tu equipo, el atacante, le queda un callejón por el medio con cierta facilidad. Si tenemos en cuenta que la mayoría juega con una línea de 4 volantes, necesita dos mediocampistas y un lateral, para frenar el trabajo de triangulación que debe hacer el extremo, con el lateral y con el mediapunta o con uno de los integrantes del doble cinco. No habrá superioridad numérica y el adversario tendrá jugadores más aptos para marcar y recuperar la pelota.

Ahora, si esos extremos tienen velocidad o una alta técnica para “gambetear”, allí sacará ventajas Boca. Lo tiene a Pavón, rápido; lo tiene a Centurión, habilidoso; y por el medio tiene a Tevez listo para penetrar en el área o rematar de media distancia. Ayudado, claro está, por Benedetto o Bou, quien se llevará la marca de uno de los centrales y no serán los dos que vayan a la marca de ese media punta (Tevez) que se acerque con pelota dominada al área. Obviamente, cuando Boca quiebre la línea de volantes adversaria.

Ahora, esto se traduce en como decía el Maestro Tabárez, la táctica es poner la pelota en un lugar determinado del campo y luego son duelos individuales.

La jerarquía de los jugadores de Boca, por lo menos la que todos suponemos, debería alcanzar para superar a los rivales en su mayoría; sin embargo hay algo que a este esquema táctico no sirve.
Yendo nuevamente a los nombres, como lo fue en el partido con Tigre, Bentancur es un volante sin definición aún, pero jugó de Tevez. Pero este Tevez trucho no habilitó ni se metió en el área rival. Primer error: volante por un media punta.

Zuqui es volante, jugó como extremo; Pablo Pérez jugó de cinco cuando no lo es (sí, aunque haya sido el mejor de todos en estos partidos); de esta manera el único que estuvo en su puesto natural fue Benedetto, porque ya sabemos que Pavón tiene que ser un multifunción, que debe bajar para marcar y luego hacer otros setenta y ochenta metros para arriba, y llegar con aire suficiente para alcanzar la línea de fondo y el desborde.

Por eso, si queremos realmente jugar con un 4-2-3-1, hay futbolistas que no deben estar en la cancha. Paradójicamente, Pablo Pérez no tendría que estar. Sí Cubas, sí Sebastián Pérez, sí Barrios y sí también Gago. Quiero recordarle a todos los hinchas de Boca que Gago jugó en Real Madrid por ser volante central en el Xeneize. Gago también raspa, también se tira a los pies y tiene el agregado de su calidad para jugar y para filtrar pases.

Lo paradójico es que hoy sí tiene jugadores para formar un 4-3-3. Es fácil Cubas o Gago o S. Pérez o Barrios por el centro; P. Pérez o Zuqui por la derecha y tendría que improvisar por la izquierda con Jara, o con Silva como lateral y Fabra de volante, o en todo caso, ver si Sebastián Pérez se acomoda a ese lugar, ya que además deberá llegar al gol.

Por lo tanto, tenemos que convenir que ya hay un déficit en el armado del plantel.

Y los atacantes: Benedetto bien como un faro en el área, para preocupar a los centrales; Tevez un poco más atrás, para aprovechar a pivotear con el equipo en ataque, y por alguno de los costados Pavón o Centurión. Si el cuerpo técnico ve un partido sencillo por los costados, obviamos a Centurión o a Pavón y podemos poner un doble nueve con Bou, generando con Tevez, un volante y un lateral, la triangulación necesaria por los costados para abastecer a esos dos nueve.

También podría formar con más facilidad un 4-3-1-2. Pablo Pérez, Cubas, Sebastián Pérez o Zuqui o hasta el mismo Jara; más Tevez y arriba Benedetto y Pavón, o Centurión o la combinación que mejor funcione.

Por lo tanto hoy Boca juega con dos extremos que son delanteros y que deben retroceder hasta el área propia para marcar (lo que le permite al rival presionarte más cerca de tu arco, y si lo sabe hacer medianamente bien, es un problema); a veces tiene volantes que deben hacer de extremos, caso Zuqui y Carrizo, y tiene sólo como puesto básico y natural a un número 9.

De esta manera hasta que el cuerpo técnico no arme un equipo con las características que se necesitan para ganar, a Boca todo le va a costar el doble y tal vez más que esto.

La pregunta es: cuáles son esas características, las más viejas del mundo. Volante por derecha diestro preferentemente, volante central, volante por izquierda, zurdo preferentemente y un volante con más salida, más libertad sea zurdo o diestro. Y arriba dos que no perdonen.



Por Marcelo Rodríguez* para el blog Corazón y pases cortos (Siempre Boca) 

* Marcelo Rodríguez es periodista acreditado en Boca desde hace más de 20 años. Autor del libro "Con Alma y Corazón". Trabaja en el diario Crónica, escribe en Don Balón y fue uno de los puntales de Informe Xeneize. También trabajó en El Cronista Comercial, La Razón y Diario Popular. Y además en la inolvidable Asi es Boca.