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Lo que vieron mis ojos...

Por Marcelo Rodríguez* para el blog Corazón y pases cortos

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¿Fue verdad? ¿Fue así? Pero, no me jodan… Vi eso, fue verdad para mí…

Hace años que no veía un partido de Boca sin sufrir. Pero no, porque el rival no cruzara la mitad de la cancha. No,  porque miré el encuentro por televisión y mi observación estaba bastante acotada. No, porque ya en el primer tiempo ganábamos 9 a 0. Fue porque el equipo, este equipo, este conjunto, estos once de Boca, jugaron bien y no dejaron resquicio alguno para que Belgrano, en este caso, reaccionara.

Me sorprendí que, cuando el partido estaba ya 3-0, peleáramos una pelota como si estuviéramos perdiendo. Hace tiempo, pero muuuucho tiempo que no observaba, que no sentía esa tranquilidad. La última vez que lo viví, fue en el segundo ciclo de Carlos Bianchi.

Reconozco que cuando arrancó el complemento, metí las manos en el bolsillo del jean, me recosté sobre la butaca y me dediqué a disfrutar de un juego de fútbol. Me dediqué, más que nada a ver a Boca. Un equipo de Boca, con todas sus características. Las que tanto amamos los hinchas.

Y, aunque hoy esto suene contradictorio por las constantes críticas a jugadores que el domingo hicieron un gran partido, hay que reconocer que el equipo recuperó la memoria histórica. POR LO MENOS, EN ESTE ENCUENTRO.

¿Guillermo, después de tantas idas y vueltas, les habrá llegado a los jugadores? Parece que los futbolistas se convencieron, como dijo el DT, que el “jefe” del grupo “soy yo”. Porque quien crea que los problemas de Boca son sólo futbolísticos, de esquemas o de manera de jugar, se equivoca. Puertas para adentro había y habrá seguramente, una guerra para saber quién tiene la sartén por el mango. Y esa  es la tarea que Guillermo encaró desde su llegada, más allá de las otras cosas, cuando la pelota empieza a rodar. Porque al fin  y al cabo, si un equipo está comprometido y medianamente sabe qué es lo que cada uno tiene que hacer en la cancha, un error o dos de un entrenador se disimulan y pasan de largo.

Lo visto fue real. De todas maneras ante este “delito” hay atenuantes, como que Belgrano llegó a la Bombonera con muchos suplentes. Que ya no es el mismo conjunto molesto de Zielinski. Que fue un rival, el domingo, bastante limitado, aunque los primeros veinte minutos cuando se jugaba en apenas 30 metros, Boca debió batallar y superar a un medio en el cual todos se apretaban y en esa desprolijidad del juego, siempre sale ganando el que no quiere que le hagan goles, porque le quita espacios y claridad al rival, mucho más cuando ese adversario todavía camina el sendero de armado de un equipo, que funcione como tal. Si uno piensa y analiza, que delante de la zaga central te esperan diez jugadores, todos muy juntos, y con la línea de cuatro del rival pegada a la de sus volantes, un pelotazo cruzado rompía con el esquema defensivo y a Boca le hubiera traído muchos más réditos; pero eso no ocurrió.

Fue una auspiciosa actuación de Boca que claro, deberá prolongarlo en el tiempo, ante Belgrano como ante cualquier otro rival. La sensación, porque no podemos hablar de otra cosa que de sensaciones, nos indica que de continuar con este convencimiento, podremos disfrutar nuevamente de Boca. Sí, del Boca que todos conocimos y del que todos nos enamoramos.

Por Marcelo Rodríguez* para el blog Corazón y pases cortos (Siempre Boca) 


* Marcelo Rodríguez es periodista acreditado en Boca desde hace más de 20 años. Trabaja en el diario Crónica, escribe en Don Balón y fue uno de los puntales de Informe Xeneize. También trabajó en El Cronista Comercial, La Razón y Diario Popular. Y además en la inolvidable Asi es Boca.

Y próximamente, el 26/09 lanzará este libro: