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Se cierra un ciclo nefasto

Por Marcelo Rodríguez para el blog Corazón y pases cortos

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Convencido hasta la médula. La salida final de Agustín Orión es el cierre de un ciclo nefasto desde las internas que los planteles han vivido en estos últimos años, muchos años atrás.

Porque algunos podrán hablar de los Halcones y Palomas, del cabaret de Diego Latorre, de la interna que vivieron Riquelme y Palermo, que obligó a los tres colombianos a sentarlos en una mesa para “hablar”, antes de que la cosa terminara muy mal.

En todos estos casos, tengo la sospecha que hubo más lealtad y más claridad, en el sentido que la división se expuso sin tapujos delante de la gente. Pero que, en la cancha, la cosa más o menos seguía funcionando.

En este último caso, la cuestión viene de lejos y bien en las entrañas del club. Era una infección que terminó con varios órganos vitales. Eliminó, sin dudas, a Riquelme y a Bianchi. Se vivió un entramado de poder que muy pocas veces pude apreciar. Desde el autoboicot a Bianchi, a Riquelme, hasta la llegada de Guillermo Barros Schelotto, que tiene más jinetas que el propio Daniel Angelici.

Todo esto Riquelme lo sabía… Por eso dijo que volvía con Bianchi para que no sufriera solo…

Nadie se va a sorprender el contacto DIRECTO que el mellizo mantiene con el Presidente de la Nación, y sin dudas que esta relación hizo que el entrenador tomara la decisión sobre el arquero. Porque, además, no me caben dudas que las cosas que debió sufrir Bianchi, Guillermo lo supo.

Porque si hacemos un poco de historia, el que se quejaba de las jornadas en kinesiología del 10, era el 1; porque desde el interior del club quisieron deshacerse de Román, y para eso Falcioni era una de las mejores armas que tenía la CD a mano. Y casi lo logra… No habrá que olvidar ese empate en la Bombonera con All Boys, mientras Riquelme corría en Casa Amarilla como un boludo…

Porque Orión tuvo la vía libre para pegarle a un compañero en el vestuario. Y quien diga que el vestuario es sagrado y que lo que pase adentro es cuestión de los jugadores, yo digo que no. Que el vestuario, el club, las canchas, los baños, las escaleras y los pasillos son cuestión de los dirigentes, que son los representantes de los verdaderos dueños de la institución: los socios.

Y que como dirigente avalaron y permitieron y luego no juzgaron una actitud violenta que podría haber terminado de la peor manera. Me pregunto ¿qué hubiera pasado si en esa pelea entre Orión y Ledesma alguno de los dos hubiera terminado gravemente herido? ¿O acaso eso no puede suceder en una pelea en donde la bronca no deja paso a la razón ni a la civilización?

Ya con el solo hecho de haber sido uno de los constructores de la salida de Bianchi de Boca, derrotado, es suficiente motivo para calificar este ciclo de internas en el vestuario como uno de los más lamentables de la historia del club.

Historia en la que quedaron muchos nombres en el camino que de a poco se fueron yendo, y que fueron los comandantes del general, como Erviti, Silva, Martínez y algunos otros más que no dudaron en morder la mano de quién le daba de comer. Porque si hablamos de oportunidades, muchos de éstos gozaron de la primera división de Boca gracias a que Bianchi los mantuvo en el primer equipo. Y uno, en especial, que le pidió por favor al DT de que no lo borrara cuando Carlos ya tenía la decisión tomada. Y ante el pedido dio marcha atrás, y en ese marcha atrás significó la sentencia de Bianchi en Boca.

En fin. Se terminó una etapa. Vendrá otra, otras. Más o menos buenas. Más o menos malas. Pero dura como la que pasó y que acabó con la salida de Orión, no habrá otra igual.

Por Marcelo Rodríguez* para el blog Corazón y pases cortos (Siempre Boca) 

* Marcelo Rodríguez es periodista acreditado en Boca desde hace más de 20 años. Trabaja en el diario Crónica, escribe en Don Balón y fue uno de los puntales de Informe Xeneize. También trabajó en El Cronista Comercial, La Razón y Diario Popular. Y además en la inolvidable Asi es Boca.