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Moscariello, todo un símbolo

La opinión del hincha. Por Alberto Félix Fernández

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Segunda quincena de 2011. Sonrisas por todos lados. Boca campeón por varios puntos de ventaja. Jorge Amor Ameal ya no era el presidente que había conducido a Boca desde la muerte de Pedro Pompilio, el dirigente que encumbró a Boca en esos años dorados de títulos locales e internacionales. Ameal, atacado por varios frentes internos, logró objetivos como el título de 2008 (cuando asumió faltaba medio torneo) y el de 2011. Había estabilizado el club. En la AFA no podían creer que hubiese perdido las elecciones viviendo Boca un momento dulce. Las razones para su caída pueden ser muchas, pero ninguna, con el tiempo, tuvo argumento sólido ni que justificara semejante castigo de parte de los socios.

Segunda quincena de 2011. Ya instalado Daniel Angelici (el representante directo de Mauricio Macri en el poder), empezaron las operaciones para la demolición de Boca. Uno veía recorrer las instalaciones del club a un asombrado Oscar Moscariello. Se confundía con un turista, porque todo para el hombre del PRO (otro representante de Macri), era nuevo. Y es lógico. Moscariello y su familia conocen más Vélez Sarsfield. Por la Boca anduvieron solo de paseo.

Angelici, se sabe, nunca quiso a Riquelme y a mediados de 2012, Román dijo que se iba. ¿Causas? Argumentó que se sentía vacío. No aclaró que era de afecto. Román es una persona especial, que le da mucho valor a los sentimientos y él siempre sintió, con Angelici & Cia., que no era querido. Se fue Roncaglia, también Cvitanich y comenzó la destrucción de las inferiores.

Llegamos a la actualidad. Los desaciertos en la conducción ya los conocemos todos. El triste presente de Boca no es casualidad. Cuando falla la conducción falla todo. Ejemplos: San Lorenzo, Racing, River, Independiente, Ferro y siguen las firmas de clubes que terminaron muy mal por la pésima calidad de sus dirigentes y no por la falta de nivel de sus futbolistas. Una cosa es consecuencia de la otra.

Estamos frente al final de un ciclo. Pero no de Bianchi y de estos jugadores. El final de la era Angelici. Si todavía le queda al propio Angelici y sus socios un poco de dignidad, se tienen que ir ellos para que Boca pueda empezar la recuperación, que será parecida a la que tuvo que comenzar la dupla Alegre-Heller, acompañados por dirigentes de pura cepa boquense. Alegre-Heller lideraron. Los dirigentes, que conocían el club, apuntalaron su gestión.

Oscar Moscariello es un símbolo de esta gestión. ¿Por qué? No sabe ni de qué se trata esto de Boca. No iba a la cancha, no conocía el club, no reconoce el ADN  de Boca, en definitiva, Angelici tampoco, porque de lo contrario jamás se pondría en contra del máximo ídolo en la historia de Boca.

La cadena de desaciertos de estos dirigentes dibujó este presente, que para muchos hinchas ya dejó de ser un sueño para ser una pesadilla.

A tal punto son negativos estos dirigentes, que lo mejor que hacen es cuando no hacen nada. Ahí, en ese momento de pereza, nunca se equivocan.


Por Alberto Félix Fernández



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